Venancio Mirón fundó una fábrica de muebles en la plaza de las Piñuelas durante los primeros años del siglo XX. La familia fue propietaria de todas las construcciones de un lateral de la plaza, desde la conocida como Casa Mirón (más tarde Museo Municipal) hasta el Arco de Santa Ana. Venancio, de talante emprendedor, abrió en San Juan la tienda Regalos Mirón en 1923, que complementaba su primera fábrica. Aquellas lámparas, vajillas, cuberterías, cristalerías, relojes y detalles para el hogar se convirtieron pronto en referencia de calidad y buen gusto.

La nieta de Venancio, Pilar Gordún Mirón, regenta hoy el establecimiento, responsabilidad que heredó moralmente de su madre. No conoce la fecha exacta de la apertura de la primera fábrica, pero ya debe tener un siglo cumplido. «Esta tienda mantiene su esencia: un techo llamativamente alto así como el mobiliario de nogal que hizo mi abuelo. Hemos realizado algunas reformas en la tapicería y el almacén porque van siendo necesarias, incluso estamos pensando en dar un nuevo giro, pero siempre mantendremos la estructura original. El mostrador y las estanterías se quedan», explica Pilar sonriente. Ni qué decir de la fachada alicatada de azulejos talaveranos, tan conocida en Cáceres, un edificio donde Regalos Mirón siempre ha estado en alquiler.

La tienda tiene clientes de décadas. «Incluso muchos cacereños que se han marchado a otras zonas del país nos siguen llamando y encargando artículos por teléfono. Hemos confiado en la gente y la gente siempre ha confiado en nosotros», revela Pilar. Y es que numerosos ciudadanos recuerdan con cariño sus vajillas de San Claudio, La Cartuja, Santa Clara, Irabia o Sargadelos como parte de la tradición familiar, o los regalos vinculados a los más pequeños, o los excepcionales nacimientos artesanos de la casa murciana Decorarte, que reproducen la imaginería de Salzillo, y que tantos hogares conservan como oro en paño. Pero también hay que adaptarse a los tiempos: Regalos Mirón incorpora artículos para los turistas, que cada vez visitan la tienda en mayor número. «Un grano no hace granero pero ayuda al compañero», recuerda Pilar.

El futuro del negocio es una incógnita. «No sé si mis hijos continuarán, ellos tienen su profesiones, pero yo soy licenciada en Ciencias Químicas, no pensaba en la tienda y aquí estoy con ganas de seguir», confiesa.