Cáceres celebró ayer el Día sin Coches, una convocatoria que se realiza desde los años ochenta partiendo de iniciativas ecologistas y de amigos de la bicicleta. Busca concienciar a los ciudadanos de que el uso exagerado del coche puede producir percances de tipo sanitario, ambiental y social, por lo que son aconsejables otros medios de transporte.

En el 2000, cuando la comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallström, convierte la convocatoria en institucional, con el apoyo de los países comunitarios, el Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía se erigen en coordinadores de la misma en España.

Este año, sin avisar, el ministerio español se descuelga de la celebración faltando a sus compromisos y defraudando a la ciudadanía favorable a estas iniciativas.

Al desentenderse de sus obligaciones crea un cisma entre lo que pregona y lo que hace. La soledad de los ayuntamientos que siguen respaldando la iniciativa ha obligado a las asociaciones ecologistas a convocar una Semana de Movilidad Alternativa.

No es algo aislado esta falta de complejos del PP al emitir mensajes contradictorios. Observen si no lo que ocurre con nuestro paseo de Cánovas. Frente a la simbología que lo anuncia como referente a todos los cacereños y muestra de las múltiples zonas verdes de que disponemos, nos encontramos con una agresión continua sobre el mismo. La construcción del último quiosco es un ejemplo. Amén de otras consideraciones sobre la bondad de su ubicación, la misma atenta seriamente contra las características de un verdadero parque. No es el primero, antes las ampliaciones de los llamados de la música y de Colón se hicieron a costa del espacio del lugar. Imperceptiblemente Cánovas va perdiendo su condición de zona verde ante la indiferencia de quienes debieran ser garantes de la misma.