Extremadura posee la mayor colonia de buitres negros que se conoce en el mundo. Cuenta con más de 650 parejas reproductoras, lo que supone la mitad de la población de la Península Ibérica y casi el 40% de la población mundial.

Se abastecen, por lo general, de animales que ellos mismos encuentran y de reses que quedan malheridas en las monterías, "pero en los meses estivales, coincidiendo con la falta de monterías, no encuentran alimentos y es lo que ha llevado a algunos a buscarlos en el vertedero".

Para los expertos, así lo considera el biólogo de la UEx José María Corrales, este problema se plantea desde que para evitar la aparición de nuevos brotes de encefalopatía espongiforme transmisible --el mal de las vacas locas--, entró en vigor el Reglamento 1774/2002. "Esta normativa exigió a los ganaderos de la Unión Europea cambiar la forma de proceder cuando un animal fallecía, que ya no podía enterrarse en el campo ni depositarse en los llamados muladares, lugares a los que acudían los buitres negros".

Y también ven necesario buscar soluciones, algunas de las cuales ya han propuesto las sociedades europea y española de Ornitología, como definir zonas de actuación especial para las aves necrófagas en territorios especiales, como lo es Extremadura; marcar excepciones a la retirada obligatoria de cadáveres de animales; o mantener los muladares tradicionales en las zonas de alta densidad.