La Soledad ofrecerá otra cara. La reforma de una de las plazas del casco histórico incluidas en el proyecto Intramuros y costeada con 180.000 euros del Plan E entra en su recta final tras nueve meses de obras. Interrumpida por la Semana Santa, la actuación cambiará la fisionomía de esta zona castigada por el tráfico y los aparcamientos indiscriminados, transformada ahora en un espacio delimitado con árboles, bancos y una fuente.

El concejal de Infraestructuras, Miguel López, hizo hincapié ayer en la recuperación de este espacio que seguirá, al igual que Pizarro, Hornos y Santa Clara, soportando el paso de vehículos hasta que acabe la remodelación en marcha de la plaza Mayor. "Solo queda por revestir la fuente y colocar el mobiliario", apuntó el edil, detallando que también ha servido para renovar todos los servicios de abastecimiento, saneamiento, alumbrado, telefonía y fibra óptica.

RECORTE DE ACERAS Con un diseño "más sencillo" que en la vecina Santa Clara, según López, la actuación sigue la pauta de otras plazas en el casco histórico: cambio del empedrado y el asfalto por granito y recorte de las aceras para ponerlas al mismo nivel que la calzada. "Era un espacio no aprovechado por los ciudadanos que se había convertido en un aparcamiento ilegal", subrayó el concejal, convencido de que la reforma servirá para hacer más atractiva esta plaza a falta de la peatonalización.

López recordó que la obra ha sufrido contratiempos porque Nivel Diez, empresa adjudicataria, no pudo terminarla al entrar en quiebra. Finalmente fue Santano la que ha tenido que completarla en un tiempo récord de dos meses y medio. Los trabajos también tuvieron que pararse antes de abril para que la zona pudiese utilizarse como paso para las procesiones. Ahora, con esta remodelación, Santa Clara aspira a convertirse en un nuevo oasis en el casco histórico con un diseño diferente.