Viendo las noticias de los últimos días, nos encontramos con que los poderes fácticos de nuestro país están envueltos en una maraña de mensajes a favor y en contra. Palabras como escándalos, desvergüenza, alboroto, tumulto o ruido, son perfectas para definir la situación política de los últimos días. Pero detrás de todo esto tan sólo hay una palabra que verdaderamente define la situación actual que vivimos desde hace ya años: Codicia.

El extesorero que está pagando el hecho de haberse dejado llevar por la falsa seguridad que produce aumentar los ceros en sus cuentas. Cegados con las mismas ansias de poder aparece la oposición, que frotándose la manos, vislumbra una gran oportunidad para alcanzar su meta tan deseada; en el fondo es más de lo mismo, sólo quieren satisfacer sus propios niveles de avaricia.

Por otro lado, están los medios de comunicación que tampoco se quedan atrás en los deseos jamás satisfechos, si vemos con detalle los titulares son cada vez más grandes; los voceros hacen su agosto con noticias de este tipo, sacan tajada, suben las audiencias con nuestras atenciones.

El afán desmedido por poseer nos contamina la mente hasta el punto de llevarnos al caos más absoluto. Es necesario que se ponga remedio a esta enfermedad que esta devorando los principios morales de instituciones tan necesarias como la política o el periodismo. Todos queremos ser ricos y tener nuestras arcas llenas, pero la verdad es que por más poder o dinero que se tenga este sentir nunca logra la satisfacción plena y siempre se desea más.

Para vencer este mal, recomiendo a los poderosos, a los hipnotizados por el dinero, que empiecen a dar valor a los sentimientos nobles que nos regala esta existencia. Les invito, por ejemplo, a que empiecen a dar sin esperar recibir nada a cambio, como hace la naturaleza que nos da todo sin cobrarnos. También, me gustaría recordarles que quien tiene el poder aquí es el Sol.