Los allegados que se dieron ayer cita en la puerta del Sepad quieren saber lo que ocurrió en la Residencia Asistida de Cáceres durante los meses en que no pudieron ver a sus mayores. Afirman que casi un centenar perdió la vida, una de las cifras más altas registradas por un geriátrico en España, por eso necesitan hacer justicia a sus familiares y conocer la gestión que se llevó a cabo.

A Javier García le comunicaron el 22 de marzo que su madre tenía una infección y un poco de fiebre. Luego dio positivo y la aislaron. Dejó de comer pero no les dieron la opción de acudir al hospital. Les llamaron el 21 de abril para comunicarles su muerte.

La familia de Gregoria no supo más de ella desde que cerraron las visitas «hasta un domingo de madrugada, cuando me llamaron para decirme que la sedaban. Falleció ese jueves», relata su hija, que no recibió más noticias.

Margarita y Antonio son hija y marido de una residente que padeció tos y fiebre, pero no le hicieron test. «Solo nos dijeron que no la iban a dejar sufrir, y eso nos asustó». Finalmente la llevaron al hospital, en principio por otra causa, y allí vieron que ya tenía anticuerpos. Ha sobrevivido, pero lamentan la atención recibida.