Sólo ocho de los 369 edificios propiedad de la diócesis tienen asegurados sus bienes en la actualidad. Con el fin de preservar el patrimonio, el obispado contrata seguros especiales para el palacio episcopal, la catedral de Coria, la concatedral de Santa María, la casa diocesana de ejercicios y cuatro residencias.

En estos casos existe un listado de bienes concretos asegurados en caso de robo. En el resto de las 157 iglesias de la diócesis y 204 ermitas no ocurre lo mismo. "No puedes tener un seguro por cada imagen porque sería costosísimo. Sólo el de la catedral de Coria cuesta un millón de pesetas al año", subraya José Antonio Fuentes, delegado de patrimonio. La importancia de la catedral y la concatedral reside, además de en sus bienes, en los archivos.

A pesar de ello, existe un seguro para todas las iglesias, ermitas y santuarios en previsión de robos, incendios, rotura de cristales y averías eléctricas. Pero la realidad es bien distinta. Párrocos y sacristanes tienen que ocuparse de la vigilancia y, en otras ocasiones, son los voluntarios los encargados de ahuyentar a los ladrones.

"Si el cura no vive en el pueblo, la llave de la iglesia la tiene una familia", señala Fuentes. En otras ocasiones, se opta por guardar los objetos de valor fuera de la iglesia en domicilios. Fuentes añade que los bienes de interés --platería y orfebrería-- están en el museo de la concatedral de Cáceres.

INCIDENCIA MINIMA

Las iglesias apenas han registrado robos destacables en los últimos años, excepto el de Robledillo de Gata hace 15 años durante la procesión del Viernes Santo en la iglesia parroquial de donde sustrajeron una talla. "Sólo sufrimos robos de rateros en los cepillos de la iglesias", dice el deán.