Siente un amor especial por las aves desde que era niño. A Miguel Grande (72 años) se le despertó la curiosidad por los pájaros durante el tiempo en que su familia vivía en una finca en La Moheda de Gata. Se alimentaban del campo. Una mañana su madre le encargó que vigilara la zona de las gallinas porque había notado que faltaban huevos y descubrió un nido escondido con varios huevos en su interior. Le impactó. Así lo contó a este diario a principios del mes pasado, cuando acababa de exponer en la calle José Espronceda, en Mejostilla, diez nidos de pájaro que él mismo había construido. Ha aprendido a elaborar los nidos tal y como los hacen las propias aves. De hecho podrían vivir en ellos si estuvieran sobre los árboles, prueba de ello es que hay días que sobrevuelan águilas por la zona de Mejostilla buscando la forma en la que poder bajar a ellos.

De los diez solo le quedan siete porque uno se quemó en un incendio registrado en una parcela contigua y a los otros dos les han prendido fuego. Se muestra indignado y ha pedido en varias ocasiones al ayuntamiento un lugar en el que poder exponerlos de forma segura. Cansado de que nadie le reciba, ayer decidió subirse a un cedro del parque Calvo Sotelo para colocar uno de gorrión en el punto más alto y aprovechar para colgar del mismo un cartel protesta: «Hago nidos grandes en Mejostilla Norte. Tenía diez. Me han quemado tres. Pido ayuda al ayuntamiento. No quiero dinero. Me llaman el hombre pájaro ¡Por qué será!», escribió en el mismo.

Subió escalando por las ramas y tardó algo más de media hora en colocar el nido. En ese tiempo decenas de personas comenzaron a agolparse alrededor del árbol, sorprendidos por lo que estaba pasando. Muchos alertaron a la policía porque pensaban que quería suicidarse. «Les gritaba desde arriba que me dejaran, que solo quería colocar un nido, que no me iba a tirar», explicó Miguel Grande horas después del suceso. Hasta el lugar se desplazaron tres patrullas de la Policía Local y los bomberos, que decidieron acordonar la zona. No fue necesaria su actuación porque bajó de la misma forma que consiguió encaramarse a la copa: escalando por las ramas.

Al bajar se asustó. «Nunca pensé que había tanta gente abajo. Yo solo quería transmitir el amor que siento por los pájaros y que valoraran lo que hago, que me ayuden», pidió. La policía le acompañó hasta La Madrila, donde tenía aparcado el coche, para que cogiera su documentación y poder identificarle. Han propuesto que se le sancione por escándalo público, con multas que van desde los 100 hasta los 30.000 euros. Será ahora la Policía Nacional la que estudie el caso y decida si finalmente se le sanciona.