Cuatro hombres y cinco mujeres, más dos como suplentes, serán los que habrán de determinar si Juan Gabriel Carpintero tuvo o no la intención de matar a Juan Antonio Ruiz cuando la noche del 8 de mayo del 2008 le apuñaló en la misma puerta de su casa. Son ellos los 11 miembros del jurado popular en el juicio que contra Carpintero se inició ayer en la Audiencia y que a última hora de la tarde quedó ya solo pendiente de su veredicto, que está previsto se dé a conocer esta misma mañana.

El acusado aseguró en el juicio que no tuvo intención de matar a Juan Antonio Ruiz, pues "jamás en mi vida he querido matar a nadie y que "solo quise defenderme". Explicó que él iba a comprar tabaco cuando, al pasar por la casa del fallecido (de planta baja) le oyó discutir con su mujer "a la que solía maltratar", y "le grité diciéndole que si era hombre se enfrentara con un hombre". Según él, ni llamó a la puerta, ni le increpó para que saliera, algo que la mujer de este desmintió, pese a variar ayer "a favor del acusado" --harían constar las acusaciones-- la declaración que en su día hizo. Como ejemplo, aseguró ayer que su marido salió a la calle con una pequeña navaja, que ella retiró tras la agresión, cuando nunca antes la había mencionado.

También aseguró el acusado que él ya se iba cuando Juan Antonio salió, y que fue este quien se dirigió hacia él y no al contrario. "Fue por esto --dijo--, por miedo, por lo que saqué la navaja que llevaba en el calcetín, pero solo para ver si le asustaba y evitaba que me pegara, no para clavársela".

Carpintero mantuvo que él solo sostuvo la navaja con la mano en alto mientras se tapaba con los brazos para evitar que le golpeara, pero los forenses asegurarían que las siete heridas que presentaba el fallecido --tres puñaladas en la zona costal izquierda, una en el torax, otra en el pecho, otra en el hombro y otra en la mano-- "no son compatibles con lo dicho por el acusado". Según indicaron, para causar las heridas que la víctima presentaba "se requiere fuerza e intención de clavar", sobre todo en la que entró por el costado, atravesó el pulmón y le alcanzó el corazón, que fue la que le causó la muerte. "Fue esta una herida que se causó clavando con fuerza, de atrás hacia adelante y ligeramente ascendente, totalmente incompatible con una herida defensiva".

En definitiva, que Juan Gabriel Carpintero causó la muerte a su vecino, con el que él mismo reconoció mantenía un antiguo y abierto enfrentamiento y enemistad, es algo "indiscutible" para todos, incluso para su abogado, pero no así la intencionalidad --la defensa mantiene que no hubo intención--, ni si la víctima tuvo posibilidad de reacción, algo que el fiscal considera que sí, o, por contra, fue un ataque sorpresivo, que el fallecido no tuvo posibilidad de defenderse, como mantienen las acusaciones. Y es de lo que al respecto determine el jurado, de lo que dependerá que se le declare autor de un homicidio o de un asesinato y, por tanto, la condena que posteriormente podrá imponerle la presidenta de la Sala Segunda de la Auidencia Provincial.