Óscar Buenavida convive desde hace años con el dolor. Tiene 37 años, es vecino de Cáceres el Viejo y padece el síndrome de dolor regional complejo, también conocida como distrofia simpática refleja o síndrome de Sudeck, una enfermedad que provoca un dolor intenso y crónico, inflamación y mayor sensibilidad en la piel. «Solo el roce de la sábana te produce un dolor inmenso», pone de relieve el paciente a este diario.

Aunque no existe una causa certificada sobre su origen, normalmente esta enfermedad se desarrolla después de un trauma o una lesión anterior. En el caso del cacereño, fue un accidente laboral el que provocó el desencadenante hace tres años. Tras meses entre consultas fue diagnosticado y tratado por la Unidad del dolor. El síndrome le afecta a la pierna derecha y a pesar de su juventud no puede ejercer y está jubilado por enfermedad. Apenas puede caminar y para hacerlo se ayuda de unas muletas. «Me paso el día en casa», lamenta.

Tampoco tiene cura pero hay opciones para sobrellevarla, desde fisioterapia hasta un tratamiento con bloqueos nerviosos. Este último fue el que probó el cacereño hace un mes y medio. Le implantaron un neuroestimulador de prueba para comprobar cómo reaccionaba. «Me pusieron una petaca en el exterior del cuerpo, es un estimulador para los nervios para que tenga menos dolor y dijeron que solo podía estar un mes con ella porque no es interna y se puede infectar». Asegura que finalmente ha sobrepasado el mes y esta semana se la han retirado pero el cacereño lamenta que no tiene fecha para la intervención definitiva. «No hay quirófanos libres», asegura que le dicen. Lo que reclama es que se agilice su intervención para que le implanten el neuroestimulador de forma definitiva. «Que me hagan el transplante, no puedo estar así, sin el aparato ni con los medicamentos se me quitan los dolores», concluye.