Ellos están convencidos de que la magia existe. Juliana Ramírez y Kaelín Shiri Caputo Ramírez llegan desde Colombia hasta Cáceres para demostrarlo. Ambos acaban de instalar su puesto en el Womad y apuran para saludar a la gente que pase e invitarlos a que prueben sus sombreros. Son gorros para magos, brujas, elfos y duendes, para seres que encontrarán a lo largo de la semana en el festival cacereño. Han ubicado su expositor en uno de los salientes del paseo central por casualidad, una zona de paso que beneficia a que los cacereños y curiosos que se cruzan al paso reparen en el estand por lo llamativo de sus atuendos y por la vistosidad de los colores.

En una leyenda que luce junto al sombre ya lo explica, pero Juliana vuelve a hacerlo. Expone a este diario que los sombreros están elaborados artesanalmente con fibra vegetal de una palma tropical nativa del Pacífico colombiano llamada Cabecinegro. El proceso para darle forma es laborioso también. Precisa que «las expandimos a mano con agua y las secamos en un molde al sol, luego se tiñen de colores y se planchan» hasta que toman forma.

Los artesanos colombianos, recién llegados aún ayer a la capital cacereña, se muestran entusiasmados con su presencia en el festival y alaban que sea un punto de encuentro, pero lamentan la escasez de artistas latinos en el cartel de este año. En cualquier caso, no dudan en regresar cada año. Como sus sombreros, Juliana concluye que «Womad es mágico». GEMA GUERRA