El sonómetro de la Policía Local medía los ruidos pero no las vibraciones que transmitía la música a las casas de los vecinos y de lo que se han quejado principalmente los afectados. No lo medía porque el aparato no estaba preparado para ello, según señaló ayer el funcionario del servicio de Urbanismo y encargado de supervisar las mediciones que llevaban a cabo los agentes, Agustín Flores.

Únicamente cuando el vecino seguía denunciando por las vibraciones se solicitaba a los propietarios de los locales que emitieran un certificado en el que aclararan qué medidas habían desarrollado para lograr que esas vibraciones no traspasaran. «Si un hostelero quiere puede acabar con la vibración», sentenció.

Además, según él, las mediciones que realizó el Seprona tampoco analizaban el ruido concreto de los locales, sino el que había en la calle y llegaba hasta las viviendas (la gente, los coches, la música que sale del local,...), por lo que según éstas resulta complicado identificar qué establecimientos eran los que afectaban a cada casa.

«NO HUBO INACCIÓN» / Al margen de estos aspectos técnicos el funcionario sí dejó claro que la exalcaldesa Carmen Heras no se olvidó del problema de La Madrila. De hecho explicó que, cuando llegó al gobierno, llevó a cabo una reunión con los técnicos en la que les pidió que se le especificaran los problemas que tenía cada local y que se le propusieran posibles soluciones.

Recordó que Heras modificó la ordenanza municipal de ruido, que supuso obligar a todos los establecimientos a presentar un certificado acústico. Esto, añadió, «redujo el número de denuncias». Además contrató a más personal para liberar al servicio de Urbanismo, lo que «ayudó a atender más rápidamente las cuestiones de ruido». La nueva normativa, aseguró, era más restrictiva que la anterior e incluso que la ley estatal en cuanto a la transmisión de ruidos. Sin embargo aclaró que incluso emitiendo dentro de los niveles permitidos puede que a los vecinos les siga molestando el ruido. «El ruido que establece la normativa se siente en el silencio de la noche», dijo.

Por otro lado también prestó declaración ayer en calidad de testigo el presidente de la asociación de vecinos La Madrila desde 1996, Miguel Salazar. Señaló que no se reunió con Carmen Heras por este asunto, pero sí con el concejal Carlos Jurado: «Desde que estaba en la oposición era un tema que le preocupaba y se comprometió a que iba a intentar solucionarlo».

LOS PROBLEMAS / A Salazar también le molestaba el ruido de los bares, que no le dejaban conciliar el sueño: «Yo lo que quería era saber a qué hora me tenía que acostar para poder dormir», señaló. Aseguró que el ruido que él escuchaba era «como el carnaval de Río de Janeiro» y que la calle Santa Teresa de Jesús, donde él vivía, «se convirtió en el urinario» de La Madrila. De hecho en su bloque hubo hasta que cambiar la puerta del portal porque se oxidó. Y añadió que que el problema no ha cesado y que las molestias, a día de hoy, continúan.