No supe muy bien si estaba viendo la película ‘Encuentros en la tercera fase’ o leyendo el face de la musa del peperío, que después de eso bien podría ser rebautizada como Sor Elena. Con una foto a la orilla del mar (intuyo que no fue tomada en Cáceres porque el Guadiloba anda canino) nos regalaba en su muro esta bíblica reflexión: «Cada mañana le doy gracias a Dios por ver la luz un día más, por tener cerca a mi familia, por el cariño que recibo de toda la gente que me quiere. Cada mañana le pido a Dios que me dé fortaleza para no desfallecer, sentido común para hacer lo mejor, templanza para combatir las adversidades. Feliz día #ConCariñoElena».

Pero ahí no queda la cosa. Seguidamente el facebook de Luis Salaya nos mostraba su nueva foto de perfil, presumiendo de color de ojos. Entonces una troupe de admiradoras salió a la zaga: «Qué guapín él, míralo». «Y esos ojazos». «Qué mirada más bonita», le decían. También hizo Salaya lo propio en Instagram, donde colgó otra fotito, aunque al menos fue sincero asegurando: «Mucho meternos con los influencers pero la campaña electoral es el acto supremo de postureo desde antes incluso de que existiese». Y enseguida su lema, #AhoraLuis. Entre #AhoraLuis y #ConCariñoElena, qué manía tienen nuestros políticos de personalizar las campañas en lugar de promocionar sus siglas, a no ser que piensen que las siglas están ya tan pisoteadas que mejor ni mentarlas...

Y es que en esto de la precampaña las quinielas no paran. El otro día, sin ir más lejos, me dijeron que los de Ciudadanos han tentado a Ñete Bohigas, el que hasta enero fue entrenador del Cáceres Patrimonio de la Humanidad. La verdad es que a mí siempre me han caído bien los príncipes destronados, me parece que tienen un rol clave en el futuro y que simbolizan la curiosidad atemporal de los niños. Quién sabe si Ñete nos dará finalmente la sorpresa.

Como no todo va a ser política decidí visitar a Miriam León, de la peluquería Vogue Style, donde conocí a Carmen Tovar, de Casar de Cáceres, una mujer todo corazón, divertida donde las haya. ¡Qué grande es el poder del corazón de la gente! De allí me fui a Viñagrande, mesón que regenta con gran profesionalidad mi amigo Juan Cancho. Fue allí donde recibí una llamada desde Madrid en la que me ofrecían una entrevista con el presentador de Tele 5 Jorge Javier Vázquez a propósito del estreno de su obra en Gran Teatro, ‘Grandes éxitos’. Eso sí, una entrevista telefónica, a la que accedí, aunque debo confesar que en esto de las interviú siempre he preferido el cara a cara.

En esa conversación, el conductor del programa ‘Sálvame’ dijo que no se siente periodista, que se siente presentador de entretenimiento, cosa que le honra. ¿Y qué les diría a quienes cuestionaron su premio Ondas?: «Les diría Nada». ¿Se necesita ser periodista para trabajar en ‘Sálvame’? A tenor de su respuesta, no: «Se necesita una personalidad que empatice con el público y que tengas algo que haga que la audiencia diga que quiere verte».

‘Sálvame’ es el típico programa que nadie dice que ve, pero que ve todo el mundo. Jorge parecía no estar del todo de acuerdo y defendió (es lógico), su producto. «Cada vez hay menos prejuicios. Es uno de los pilares básicos de la televisión. Un programa que ha descubierto el valor de ver la televisión para entretenerse».

Por supuesto, la entrevista incluía preguntas sobre algunos de los personajes más populares del papel couché:

La Pantoja: «Una figura imprescindible en la televisión de entretenimiento».

La Jurado: «Me da muchísima pena que muriera tan pronto, soy muy fan de ella».

La Esteban: «Es un pozo sin fondo, una mujer que es un animal televisivo en todo su esplendor. Siempre sigue dando titulares y dando de qué hablar».

Lola Flores: «Hubiera venido a Sálvame».

Miguel Bosé: «Me gusta como artista, no me interesa su vida personal».

Carlos Lozano: «Le tengo mucho cariño».

Kiko Matamoros: «Le tengo mucho cariño».

En un momento de la entrevista la cosa empezó a cambiar. Jorge Javier Vázquez aseguró que ni la infancia ni la adolescencia han sido las etapas más felices de su vida y que él prefiere vivir el presente. No está mal como punto de partida, pero espetó: «Chico, es que me haces unas preguntas muy complicadas». ¿Muy complicadas?, pensé. Seguimos adelante y decidí preguntarle por la política...

Vox: «Nos tenemos todos que preguntar por qué la gente les está votando».

Y rápidamente avisó: «Escucha, tengo que entrar en un sitio, ¿te queda mucho tiempo?» Le respondí en ese tono a veces estúpidamente suplicante que adoptamos los entrevistadores: «No, solo algunas preguntas más»...

Podemos: «Soy votante de Carmena y de Errejón».

Pablo Casado: «Nunca lo votaría».

¿Y el gobierno de Sánchez?: «Es muy dificil gobernar cuando tienes a casi todos los medios en contra. Me gusta el talante conciliador de este gobierno».

El conflicto catalán: «Lo estoy siguiendo muy poco. Estoy bastante saturado de este tema y lo que me preocupa es no que encuentro cuál puede ser la solución, lo que sí me parece es que Sánchez hizo muy bien intentando dialogar y me parece muy mal lo que hicieron los independentistas».

Es tiempo de acabar: Lisboa es su ciudad favorita, su color es la suma de muchos, su número, el 7, su sueño, seguir haciendo teatro, y su canción, «Voy a mil», de Olé Olé.

Llega la hora de la foto. Y, tachán, los de Jorge Javier me avisan de que el presentador tiene la agenda hasta arriba, que no hay foto. ¿Quién me devuelve los 17 minutos de mi vida que perdí haciendo esta entrevista, acaso no saben los del equipo de Vázquez que es fundamental una foto para publicar una entrevista? Los grandes toreros deben ser grandes en las plazas de primera y también en las de segunda. ¿Hubiera negado Jorge Javier Vázquez la foto a ‘El País’? Qué duro es esto de ser periodista de provincias, pero joder, qué orgulloso estoy de serlo.