No quieren perder sus trabajos. Se resisten a ir al paro y por eso los trabajadores de Waechtersbach se echaron ayer a la calle para alzar su voz y lanzar, a la desesperada, un SOS por su futuro laboral. En manifestación pacífica transmitieron a la ciudad su situación y pidieron a todos los cacereños su apoyo, como tras la marcha se lo demandaron sus representantes a todas las instituciones, a través del alcalde.

El recorrido entre el paseo de Cánovas y la plaza Mayor se llena de coplillas y canciones populares a las que las trabajadoras de la fábrica han sabido poner sus originales letras reivindicativas. Soledad lleva la voz cantante, ya a la de ella se suman las del resto de sus compañeros. Piden a Saponi "un trabajito", a Manuel Amigo le manifiestan que "no quiero ir al paro", al Sexpe que no les de cursillos, "dame un puesto de trabajo que es más bonito".

Reconocen que no es fácil la reapertura de la fábrica en la que muchos de ellos llevan más de 20 años trabajando, pero están dispuestos a "morir antes de rendirnos".

Paco Morcillo, presidente del comité de empresa, es tajante: "Llevamos tres años pidiendo ayuda sin que nadie nos escuche, y no estamos dispuestos a marcharnos a casa sin al menos luchar para conseguir esto, que nos escuchen y nos den su ayuda".

La de ayer fue la primera acción reivindicativa que han organizado tras el cierre de la fábrica el pasado viernes, y no descartan otras acciones, pues todos son conscientes de que si no hacen nada por remediarlo su futuro "será trágico", reconocen Santiago Alvarado y Esperanza Gómez, dos de los trabajadores más antiguos de la fábrica de cerámicas de la ciudad.

Por el momento esperan la próxima reunión con los administradores judiciales, lo que se producirá el viernes o el lunes próximo, para conocer cómo se llevará a cabo la extinción total de sus contratos.

Y mantienen, también lo reflejaron en sus coplillas, su desprecio hacia el que ha sido dueño de la fábrica los últimos tres años. No niegan que el viernes quisieron darle una mala despedida, "pero no hubo incidentes tan graves. Hubo empujones y malas palabras, porque la gente estaba muy nerviosa y enfadada, pero nada más", opinan unos, mientras otros reconocen abiertamente que "se perdieron un poco los papeles".