En noviembre ocurrió lo que muchos temían. Uno de los muros de la ermita de San Jorge se derrumbó a causa del deterioro de años y de las lluvias de las últimas semanas. Un mes después, sigue a la espera de actuaciones. En cuanto se produjo el incidente, técnicos se desplazaron para elaborar un informe y la Junta insistió en que había avanzado en los trámites para incorporar el inmueble patrimonio público. Por fortuna, al margen de los pesares, la pared que sufrió el derribo no albergaba ninguno de los frescos que la convierte en «singular». Colectivos llevaban denunciando su abandono durante años y habían instado ya a actuar de manera urgente para evitar que el tiempo, que no pasa en vano, se deshiciera de un pedazo de historia. Uno de muchos. Como la ermita, al menos medio centenar de monumentos resiste al abandono y lanza un mensaje de socorro para evitar su desaparición.

Muchos se encuentran a escasos kilómetros de la capital cacereña. Solo hace falta separarse ligeramente de la ciudad para encontrarse con el dolmen de Las Hijadillas junto a Los Barruecos o el que se encuentra en la estación de Arroyo-Malpartida, una ermita visigoda (del Santo) en dirección a Valdesalor o la Torre de los Mogollones y de la Higuera. Todas salvo la última, que ha sido declarada Bien de Interés Cultural, no cuentan con figuras de protección y apenas sobreviven entre la ruina y la maleza.

El resto se reparte en la provincia. En este último año Hispania Nostra, una asociación nacional que vela por la defensa y la promoción del patrimonio cultural, recoge en su ‘lista roja’ 29 monumentos. En Extremadura cataloga 60. Entre ellos, se encuentra uno que destaca por su especial singularidad, el yacimiento del Berrocal en Trujillo, que data del siglo II antes de Cristo. Primero fue una fortificación romana, más tarde un asentamiento árabe y finalmente una de las ciudades medievales con gran relevancia histórica. La principal razón que argumenta el colectivo para incluirla en el listado se centra en el «incumplimiento de las medidas para atenuar el impacto ambiental ocasionado por el parque fotovoltaico y las líneas eléctricas». El «abandono», el «deterioro paulatino por las inclemencias del tiempo, la humedad y la suciedad» y la «restauraciones que no mantienen la armonía de los monumentos» concentran los motivos en el resto de los monumentos.

Precisamente sobre la necesidad de conservación de estos monumentos como la ermita de San Jorge ya advertía Rosa en 1987. La extremeña es experta en Patrimonio y profesora titular de Historia del Arte en la Universidad de Extremadura. En declaraciones a este diario, asegura que la política de defensa del patrimonio es deficiente y esgrime varias causas. La primera y la principal, se fundamenta en la financiación. Por un lado, alude a que la congelación de los presupuestos ha paralizado gran parte de las investigaciones y campañas arqueólogicas y por otro, a la falta de fondos que se destina a nivel institucional. A este condicionante le suma que la situación patrimonial en la provincia y en la región es singular en cuanto a vestigios. «Tenemos mucho patrimonio por extensión y porque nuestro arco cultural es inmenso, tenemos que tener en cuenta que empieza en la prehistoria», expone.

Al hilo de este último apunte, añade la segunda razón que hace mención a que gran número de monumentos en estado de «abandono» se encuentra en propiedades privadas. En ese sentido, insiste en que la ley hasta ahora ha sido laxa con los propietarios y reclama a las instituciones que se sienten con los dueños para trazar líneas claras que garanticen la conservación de los inmuebles. «No hubo un interés y no ha habido consenso ni norma que protegiera esos monumentos, la ley no ha sido clara y de eso se ha servido el tiempo y el olvido».

Coincide con investigadora el experto local Serafín Martín, que incide en el «volumen importante» de vestigios patrimoniales en la provincia y «en los pocos fondos» aunque al margen de lo económico, Martín esgrime como motivo del ostracismo del patrimonio la falta de «compromiso» institucional. «Los molinos de la ribera la mayoría se han perdido, los hornos de la cal deberían conservarlos porque han sido muy importantes para Cáceres, hay muchas casas de campo, muchos castillos, castillos, fortalezas y torres fortificadas, verdaderos palacios, que están abandonados y no tienen ninguna figura de protección», expone y destaca que «en nuestra historia hay elementos interesantes no solamente los grandes edificios».

MICROMECENAZGO // Con respecto a las alternativas para paliar la situación, Perales propone abrir también la opción de la iniciativa privada para «reutilizar y reconvertir» ese patrimonio. En el caso de Extremadura, asegura que la apuesta es orientarlo al turismo. «El patrimonio, que además se encuentra en un enclave natural, utilizado como medio turístico va a ser fundamental»

Otra alternativa que también se encuentra en plena efervescencia y que ya ha dado en España sus primeros frutos es que sean los ciudadanos a título individual quienes destinen fondos a los proyectos para conservar monumentos. En el caso de Hispania Nostra ofrece ya en su propia web poner en marcha campañas de crowdfunding pero para monumentos.