La concesión del agua fue una chapuza que se llevó por delante algún concejal, pasó por los juzgados y por varias empresas y sigue siendo un quebradero de cabeza. El Canal de Isabel II dice que pierde dinero, un millón de euros concretamente, porque se consume menos agua de la prevista, de manera que nos aboca a una subida de las tarifas.

La previsión del consumo la hizo el ayuntamiento y en ella se basó la empresa para hacer su oferta sin poner ningún reparo. Pero se han consumido muchísimos metros cúbicos menos de los previstos. Puesto que no se debe a ningún factor sobrevenido imprevistamente, sequía, reventón de la presa, etc, parece que entra en los riesgos de toda inversión. Ahora bien, hay una pregunta que me parece fundamental para aclarar esto: ¿A qué se debe el menor consumo?

Como en todas las cuestiones difíciles de dilucidar hay varias teorías. Los ingenuos aseguran que se debe a que los cacereños se han sumado eficazmente a la campaña que urge a consumir menos agua debido a su escasez. Los maledicentes, entre los que acaso se encuentre Durán y Lleida que ya nos tachó de vagos y borrachos, afirman rotundamente que los cacereños se han vuelto guarros y ni se duchan con la asiduidad requerida ni lavan suelos o vajillas ni utilizan la lavadora con frecuencia.

No pueden faltar los exquisitos que prefieren usar agua mineral pues el sabor y el aspecto del agua del abastecimiento no les pete. Sea lo que fuere, recomiendo a la empresa adjudicataria que ponga en marcha una campaña que anime a consumir más: «Dúchese dos veces al día». Para que el eslogan sea más leído y más practicado, se deben añadir una Venus y un Adonis duchándose juntos y esta leyenda: «La ducha es afrodisíaca».

Finalmente, una pregunta al Canal: si el consumo hubiera aumentado más de lo previsto y, por lo tanto, en lugar de perder un millón de euros hubieran ganado tres millones, ¿bajarían las tarifas? Sí, ya sé que es una pregunta tonta porque eso no estaba en el pliego de condiciones.