Mucha gente critica la publicación del libro Cásate y se sumisa , y algunos piden que sea retirado. Yo mismo escuché ésto: "Por estas cosas, no os extrañéis de que los jóvenes no quieran casarse".

Es verdad que la sumisión de unas personas respecto de otras se puede dar en todas las relaciones humanas, pero el libro se refiere a la vida conyugal y el título alude a unas frases de San Pablo que, si bien es avanzado, teniendo en cuenta el modelo de familia imperante en su tiempo, visto desde nuestra mentalidad y fuera de contexto, resulta muy hiriente.

El arzobispo de Granada, donde ha sido editado, ante la alarma suscitada, ha dicho que está "ayudando a muchas personas" y que el texto "se defiende por sí mismo". Sin embargo, prefiero quedarme con lo afirmado por el obispo de Bilbao: "No refleja lo que piensa la Iglesia" en torno al matrimonio; y considera que tiene un título "provocador" y "desafortunado" porque "induce al error". Para la Iglesia, el hombre y la mujer cuentan con "la misma dignidad" en el matrimonio, que se basa en una relación "de respeto, reciprocidad y complementariedad" dentro de un "proyecto compartido" en el que "uno y otro construyen el amor".

En cierta ocasión leí esta frase muy ilustrativa: para ser cristiano de verdad no hay por qué ser machista en materia de género, medieval en las formas de organizar la Iglesia o precientífico en el pensamiento. Y, con frecuencia, es la imagen que estamos dando. Hoy la Iglesia debe perder el miedo a asumir todo lo positivo de la cultura actual excepto lo que entre en contradicción con el Evangelio de una forma patente. El reto que tenemos es saber distinguir lo que verdaderamente viene del Señor y que, por ello, debe ser conservado, y lo que son manifestaciones culturales de una época ya pasada y cuyo mantenimiento resulta un estorbo en la evangelización del mundo de hoy.