No es que los cacereños sean especialmente supersticiosos, algunos sí... algunos no... «Digamos que a medias, pero la persona que lo es, lo es y bastante», revela María Andrea Pascual desde la Administración número 6, bautizada recientemente como ‘Candi’ en honor a su madre, que tantos años despachó suerte en la avenida de España.

Andrea desvela que lo que más gustan son los amuletos de la fortuna. Es decir, la superstición en positivo. Hay cuatro brujas en la administración y muchos clientes frotan sus décimos sobre ellas. «Dos bailan juntas y cuando alguna vez las he retirado, algunos me protestan», confiesa. La gran bruja de la puerta, a tamaño real, se lleva la palma además de la escoba: «le pasan los números por la cabeza, por la chepa, por la nariz..., fíjate que está un poco desgastada», comenta la titular del despacho. Alguna vez ha sido blanco de actos vandálicos, pero siempre los ha superado.

Otra de las costumbres habituales que también cultivan los cacereños es pedir los números relacionados con fechas especiales: nacimientos, bodas... «El año que corresponde se acaba rápido, por ejemplo los números que incluyen 2018, porque siempre hay quien ha tenido un nieto, un hijo, se ha casado...». Además se pide la fecha de nacimiento de cada cual, o una combinación relacionada con el domicilio, con la matrícula del coche... La existencia de máquinas en las administraciones conectadas a internet ha facilitado mucho la elección.

Hay quien además opta por comprar a última hora... el último día. «Creen que da suerte». Muchas personas también piden los números que se venden en las administraciones españolas con más tirón, como ‘Doña Manolita’ o ‘La Bruja de Oro’, confiando en que tienen una suerte de magia, además de la probabilidad estadística de dar más premios simplemente por vender más.