¿Se puede aprender a ser feliz? Un grupo de mujeres lo intenta un día por semana en un curso de desarrollo personal que se imparte en la casa de cultura Rodríguez Moñino de Cáceres. Las alumnas llegan los martes a clase con los deberes hechos, atienden las explicaciones y esquemas en la pizarra de su profesora, la psicóloga Carmen Gómez, toman notas y preguntan. Se diría que es una clase como otra cualquiera, aunque aquí lo que aprenden son técnicas de felicidad.

"No es una terapia de grupo, sino un taller de aprendizaje", explica Carmen Gómez, especializada en temas de la mujer. ¿Y qué aprenden? "Herramientas, técnicas para controlar y aplicar en la vida cotidiana en pequeños problemas que crean a veces mucha angustia emocional. La mujer, por el hecho de serlo y por cultura, está muy machacada . La superwoman no existe y la que cree que lo es, está hecha polvo", asegura la psicóloga.

Saber decir ´no´

Aprender a decir no , a expresar las emociones y a pedir favores, son tres de las asignaturas del curso. Para Gómez, un "gran problema" que impide a muchas mujeres ser felices es que "no saben decir no , sobre todo al marido, y cargan con todo por la creencia de que la mujer tiene que poder con todo. En eso no nos hicieron un gran favor las feministas".

Para ella, además, las mujeres no se conocen a sí mismas, ni cómo afectan sus ciclos menstruales o la menopausia, por ejemplo, a su estado de ánimo. En el curso, se incide en aspectos como éstos para llegar a un mayor conocimiento interior que permita un cambio en aquellas cosas que hacen infeliz a la persona. "Son pequeñas actitudes cotidianas las que hay que corregir, incluso de vocabulario --cambiar el mi vida es una mierda , de cuando algo sale mal, por hoy no es mi día , por ejemplo--, y hay que aprender a conectar con la energía femenina, desechando afirmaciones como me he puesto mala , cuando la menstruación no es una enfermedad".

E. S., una alumna del año pasado, dice estar satisfecha de haber hecho el curso. "Aprendí a quererme, a valorarme y aunque no me solucione los problemas, los afronto con otro talante", confiesa. Elena, una joven asistente de este año, explica por qué acude: "Creo que es bueno para aprender a defenderme en este mundo de hombres".

A casa ya se han llevado los primeros deberes: anotar en un cuaderno el estado de ánimo que predomina en ellas durante una semana. En clase buscarán los porqués y, en tres meses, quizás aprueben.