Nito, propietario de Otzi Tattoo, en la calle Sánchez Manzano, abrió su negocio el pasado mes de junio. Estudió Bellas Artes y ya tatuaba incluso antes de acceder a la Universidad. Cuando eligió local, se dio cuenta de que disponía de un espacio más grande del que necesitaba, y se le ocurrió una idea: acoger periódicamente exposiciones de pintura. «Son independientes una cosa de la otra. Le da más status a la tienda», comenta.

El primero en exponer fue el moralo Alberto Marcos Barbado, quien también se encarga de encontrar nuevos artistas para la galería de Otzi. «El tattoo y la pintura son dos mundos diferentes. Él está más metido en el de la pintura y yo en el del tattoo» explica Nito. Tras él, Marcos llevó a las paredes del negocio de Nito al cacereño Julio Díaz y, después, a Heli García, el artista granadino cuyas obras cuelgan actualmente de las paredes del corredor. Su muestra, Recuerdos Inducidos, bebe de lo religioso, «con su poso secular en la conciencia colectiva», o la infancia «como es lugar libre de las contaminaciones del ser humano adulto». Ha estado visible al público alrededor de dos meses y ahora se encuentra en su última semana de exposición. «Es una pintura con unos colores muy personales, una pintura trabajada, quizás más acabada de la que habíamos expuesto hasta ahora», opina Nito.

«Hay algunos estudios que también son galerías y también diferentes puntos de vista. Gente de la vieja escuela que cree que son dos mundos que no se deben mezclar y otros Tattoos que montan también exposiciones», cuenta Nito, y finaliza. «Es como en todas las galerías: un porcentaje de la venta de los cuadros va para la tienda. Quizás falta llegar a una clientela más selecta, pero mientras se puede mantener económicamente, seguirá»·, promete. De momento, Heli García hasta el viernes.