Cuando era una niño, Adrián Tomás Tornero Gómez (Cáceres, 1995) soñaba, como la mayoría de sus amigos, con ser futbolista o astronauta. Sin embargo, este joven de 24 años no tardó mucho tiempo en cambiar de opinión. «Siempre me llamó la atención el mundo de la empresa, la economía, el derecho y la política», cuenta, por lo que a nadie le extrañó que acabara estudiando el grado de Economía en la Universidad de Salamanca (USAL). Consiguió estar entre los cinco mejores expedientes de su promoción, donde fue aumentando su interés por esta disciplina.

Así, nada más acabar la carrera, se marcó un objetivo, el de entrar en la Agencia Tributaria. Hoy destaca orgulloso que, después de un año y cuatro meses de sacrificios para labrarse un futuro como Técnico de Hacienda, ha conseguido la meta por la que tanto peleó a la primera. «Aún estoy que no me lo creo. Aparte de ser una gran liberación y una satisfacción», explica. Todo un logro, teniendo en cuenta que la media de tiempo que normalmente se dedica para conseguirlo es de tres años y medio.

Tornero se abrió las puertas de Hacienda tras unas competidas oposiciones a las que se presentaron este año 4.000 personas a nivel nacional y se ofertaron 400 plazas (quedó en el puesto 33 en la lista general y entre los 5 más jóvenes en aprobarla). Llegar hasta donde está no fue un camino de rosas, «pero lo veía como un reto personal para labrarme un futuro y con el tiempo volver a Cáceres», apunta.

Y, a tenacidad, pocos ganan a este joven, el pequeño de dos hermanos, que nada más acabar la carrera empezó su propia prueba de resistencia con vistas al mundo del funcionariado. «He renunciando a muchas cosas, porque tienes que decir que no a la mayoría de los planes. Con trabajo y esfuerzo al final se acaba logrando», asegura.

«Sí, la verdad es que pocas personas aprueban a la primera. Se lo debo a mi familia, pareja y mis amigos por su apoyo, que han sido los que confiaron en mí», señala. Habla con voz alegre. Es sonriente y de gesto amable. Hasta parece que se sonroja cuando se le expresa admiración por lo que acaba de conseguir. Después de Navidad le esperan cuatro meses de formación en el Instituto de Estudios Fiscales (IEF) de Madrid, con un sueldo como funcionario en prácticas. Después se convertirá en funcionario de carrera, tras conocer su primer destino.

Algo que puede confirmar cualquiera que haya estudiado una oposición es que se trata de una carrera de fondo. Adrián indica que lo esencial es la disciplina. «Estudiaba una media de 8 horas diarias con un día de descanso a la semana. Eso era sagrado», dice entre risas. Aunque reconoce que «en los últimos seis meses solo descansó tres días» para lograr su anhelado propósito.

EL DESCANSO, VITAL / También subraya la importancia de dejar de estudiar una vez terminado el temario asignado para cada día. «Ese tiempo que te queda del día es vital». Cuando dejaba los libros y los apuntes a un lado tampoco perdía la opción de disfrutar de ver un partido del Cacereño, Real Madrid o de jugar a los videojuegos y escuchar música para relajarse. «Es importante respetar estos espacios de tiempo y aparcar el estudio hasta el día siguiente. Eso sí, la oposición te acompaña a donde quiera que vayas», afirma.

Por suerte todo eso ya forma parte del pasado y las sensaciones no pueden ser más positivas después de haber cruzado una recta final que muy pocos logran superar con nota. Ahora le espera un trabajo que consiste en realizar investigaciones para erradicar los fraudes, las irregularidades tributarias, la inspección, la gestión, la recaudación y las aduanas. Un nuevo mundo por descubrir para Adrián Tornero, el cacereño que ha hecho de la laboriosidad su gran éxito.