Muchos estaban esperando el momento. Desde que comenzó en Extremadura el proceso de desescalada tras una cuarentena de dos meses y la región entró en Fase 1 este pasado lunes, no son pocos los que ya se han atrevido a ocupar las terrazas de los bares para recuperar el placer de tomar una cerveza al aire libre y cómo no, como pretexto para recuperar el contacto con amigos y familiares.

Aunque de manera tímida aún, los negocios de hostelería ya han comenzado esta semana a reabrir sus puertas con las férreas medidas de seguridad y distanciamiento que marca el Gobierno para evitar la propagación del virus. De momento, solo pueden usar la mitad de las terrazas que tienen marcadas. A partir de finales de mayo ya se podrá acceder a los restaurantes primero con un tercio de su capacidad y en la última fase, la cuarta, el 50% de su aforo. Por el momento, en espacios abiertos, la única opción permitida, las directrices marcan que en una mesa podrá haber como máximo 10 personas, una distancia de al menos dos metros entre mesa y mesa, se desinfectarán las superficies de contacto que se hayan compartido y se fomentará el uso de pago con tarjeta. Pero como toda prevención es poca, la tecnología también pretende sumarse en la desescalada como barrera de prevención para clientes y empresarios.

Tanto es así que en Cáceres ya han puesto en marcha un proyecto para respetar las distancias y salvaguardar la salud de los que salen a la calle y reactivan poco a poco la economía del sector. Antes para pedir una comanda había que esperar a que el camarero llegara a la mesa y anotara el pedido, ahora, tres ingenieros cacereños, Daniel Gutiérrez, Ángel Macho y Alfonso Galán, han desarrollado una aplicación para que esa comanda pase desde la misma mesa de la terraza a la barra sin necesidad de que haya interacción entre el camarero y el cliente.

La ‘app’ se llama Ordery y casi una decena de hosteleros en la ciudad la han incorporado a sus negocios en estas semanas. El proceso es sencillo, según expone a este diario uno de sus ideólogos, Daniel Gutiérrez. «El sistema asigna un código QR a cada mesa de un restaurante y terraza y el cliente puede escanearlo con la cámara de su móvil y acceder a una web en la que aparece toda la carta del restaurante. A continuación, uno puede elegir su comida y su bebida y el establecimiento lo recibe en una tablet que tiene instalada en el restaurante y a la que le llega una alerta», pone de manifiesto. «Nos hemos lanzado tras ver que en países como China este tipo de sistemas están totalmente implantados, se reduce mucho el contacto y el tiempo para atender a cada mesa», subraya. También precisa que no es necesario ni incluir datos personales ni dar datos bancarios.

Entre los negocios que ya han implantado esta tecnología se encuentran Al-Andalus en Moctezuma, Rinconcito en Ruta de la Plata o Bontá en La Madrila. Este último fue uno de los pioneros en ponerlo en marcha. Casi con dotes adivinatorias, lo hizo el pasado mes de febrero, relata a este diario su dueño José Mostazo. «En su momento lo hicimos por comodidad, pones la cámara del móvil como si le hicieras una foto al código, lo lee, seleccionas lo que quieres y ya está, sirve para agilizar mucho el trabajo, sobre todo para sitios grandes, ahora lo hacemos por seguridad, es el aspecto más importante», pone de manifiesto. Asegura que, aunque por norma ya puede hacerlo, no abrirá hasta el jueves. Y lo hará con prudencia.

«Está claro que la gente tiene miedo, hasta la segunda fase abrir es complicado, pero lo hacemos para ir rodando sino será una locura, estimamos que si todo va bien, en un mes se va a normalizar, irá de menos a más», concluye.