Son muchos lo que se han tomado en su barra un café caliente antes de enfilar la carretera de Madrid, y también los que han vivido allí sus celebraciones familiares. El Restaurante Temis, uno de los clásicos de la hostelería cacereña, acaba de echar el cierre tras varias décadas de trayectoria a las puertas de la ciudad, en el margen de la N-521, frente al Seminario Diocesano.

Los clientes se toparon con las puertas cerradas el pasado 24 de septiembre. Poco ha trascendido desde entonces sobre las causas del final de la actividad. En el entorno se indica que un problema con el alquiler podría haber obligado a clausurar el negocio, pero los trabajadores tampoco quieren realizar ninguna declaración al respecto, a la espera de que se solvente su situación laboral.

"El otro día me encontré un cartel en la puerta, no tenía ni idea, ha sido una sorpresa", comentaba ayer un cliente habitual del Temis. "Una lástima, porque al negocio siempre se le ha visto actividad, entraba y salía gente", explicó un vecino del entorno. "Incluso este verano también ha tenido abierta la terraza exterior junto a la zona de juegos", indicó un trabajador de un negocio próximo.

CINCO EMPLEADOS El Temis forma parte de ese puñado de bares casi de carretera situados en las salidas de la ciudad, que llevan décadas compartiendo destino con los cacereños, como El Ultimo Café, Montebola o el antiguo Faro Verde, hoy Cortijo Real. Su buena situación les ha ayudado a avanzar con los tiempos, aunque reveses como el del Temis tampoco faltan últimamente. El caso es que la ciudad pierde otro de sus negocios veteranos.

Hasta el día del cierre, daba empleo a tres camareros y dos cocineros, además del propietario. Su situación es buena, en plena salida hacia la A-58 (enlace directo hacia la A-5 y hacia el noreste de la provincia cacereña), y de camino a las facultades del campus (de hecho, su dirección se corresponde con el número 14 de la avenida de la Universidad). Junto con la gasolinera del mismo nombre y un lavadero de vehículos, este restaurante era zona de paso frecuente para ciudadanos y viajantes.

El Temis también está en el álbum de fotos de numerosos cacereños. Allí se han celebrado durante largos años bautizos, comuniones, reuniones familiares y otros encuentros. Era, además, uno de esos bares tradicionales donde muchos hacen pausa para el descanso en medio o al final de la jornada.

Ayer, su aspecto no aparentaba el cierre. El cartel de aviso pegado a la puerta ha debido de caerse con los días y, salvo algunos folletos publicitarios dispersos por el porche de entrada, todo se veía ordenado, recogido y limpio a través de los cristales. Incluso en el salón se mantenían algunas mesas listas para servir con sus manteles y cubiertos. Las maquinas, eso sí, estaban desconectadas y nadie atendía al teléfono cuando sonaba en el interior. En los negocios aledaños, que en su tiempo pertenecieron a la misma sociedad que el restaurante, también mostraban ayer la misma sorpresa al haberse enterado del cierre de un día para otro.