Los abuelos alojados en la residencia de ancianos que las Hermanitas de los Pobres tienen en Cánovas han encontrado en la aguja, el dedal y el pincel la mejor de las terapias. Hasta después de Reyes, el centro acoge una exposición con las labores realizadas durante todo el año por los residentes. "Es una terapia fabulosa. Había un médico que me decía que con estas actividades le quitaba el 90% de los enfermos", comenta la hermana Rosario, encargada de coordinar la muestra.

La mayoría de las manualidades que se exponen --sábanas, mantelerías, toallas bordadas, figuras de escayola, mandiles, cojines, echarpes, bufandas, gorros y hasta trajes regionales, entre otras muchas piezas--, están confeccionadas a partir del material que los cacereños donan a las hermanitas. Se trata de una cadena: las religiosas reciben la materia prima; los abuelos se encargan de elaborar el producto; y con el dinero que se recauda con la venta de estos artículos se financian los proyectos que la congregación desarrolla en las misiones que tiene en Africa.

Esta actividad es voluntaria. Ellas se decantan por la costura, el punto y los bordados; ellos, por la pintura de figuras de escayola, cuadros y marquetería. Josefa Candelada tiene 80 años. En su juventud fue actriz "aficionada" y, entre puntada y puntada, anima a las compañeras con sus historias. Reconoce que se siente "muy orgullosa" cuando el público compra algo hecho por ella.