El Guadiloba, que es el embalse del que se abastece Cáceres, estaba ayer al 38% de su capacidad, demasiado bajo para esta época del año con el verano a punto de comenzar. El suministro a la ciudad depende de una conducción de emergencia que se hizo en el año 1992 para traer agua desde el embalse de Alcántara (la toma está en la cuenca del Almonte pero en este punto se almacena líquido por la cola del embalse de Alcántara) hasta el Guadiloba.

La solución del trasvase del Almonte no sirve, hace tiempo que no ofrece garantías suficientes y el pasado otoño quedó muy claro. Durante más de tres meses la Confederación Hidrográfica del Tajo frenó que la cota de Alcántara no bajase de la 194, por debajo de esta altura Cáceres entra en prealerta de sequía porque el Guadiloba, salvo situaciones que ya son excepcionales, no recibe aportaciones suficientes de su cuenca. Las bombas del trasvase no pueden bajar de la cota 192, no hay más fondo en ese punto.

Lo consiguió frenar, desde el 15 de septiembre hasta mediados de diciembre, intentando cumplir al mismo tiempo con los compromisos que tiene España con Portugal por el convenio de Albufeira, por el que el primero se obliga ante el segundo a garantizar un caudal mínimo de agua para el Tajo. En octubre, con el año hidrológico terminado, se vivió una situación muy compleja, cuando desde Portugal se denunció que España no estaba cumpliendo sus compromisos y hubo encuentros entre alcaldes de ambos lados de la Raya preocupados por la reducción de los flujos de agua en el tramo internacional del Tajo y en los afluentes portugueses. Es muy probable que el próximo otoño se pudiera vivir un segundo capítulo de esta historia.

Todo esta situación se habría evitado si Cáceres tuviese un sistema de abastecimiento de garantías, que aún, en pleno siglo XXI, no lo tiene. Iba a ser un trasvase desde los embalse de Portaje y Gabriel y Galán, pero tras años de obras (alguien tendría que responder de este fiasco) está descartado, no se ha dado a conocer una solución que permitiese salvar los ríos Tajo y Almonte sin que los costes de la conducción del trasvase se disparasen. Ahora se ha puesto sobre la mesa una tercera solución. La primera se planteó hace veinte años con la construcción de un embalse en el Almonte, pero se descartó por motivos ambientales. La segunda fue Portaje, acordada en 2005 y con una obra adjudicada en 2007, pero no se ha terminado.

Ahora, según comentó el alcalde Luis Salaya el jueves, se plantea la construcción de un nuevo trasvase pero dentro del embalse de Alcántara, con una toma a una cota más baja (en el punto actual del trasvase del Almonte ya no se puede descender más) que evite estar pendiente de las aportaciones y desembalses de Alcántara y del acuerdo de Albufeira. No es una idea nueva. Hace 18 años ya se planteó por Canal de Isabel II con un trasvase a 8 kilómetros aguas abajo del actual del Almonte y junto al puente de la N-630, esto permitía bajar las bombas a la cota 180. Y hace 15 años fue una de las alternativas a Portaje. No hay dos sin tres, pero esperemos que a la tercera vaya la vencida.