San Blas volvió a congregar ayer a más de un centenar de cacereños que participaron en los actos con los que se pone fin a la conmemoración del santo. El más representativo es el que saca la talla por las inmediaciones del templo parroquial a hombros de un grupo de vecinos. El desfile popular tuvo lugar en la tarde de ayer y vino precedido por una misa que comenzó a las cinco de las tarde y que presidió el obispo, Francisco Cerro. En ella actuó además el coro parroquial, que interpretó una misa extremeña en la que se escucharon los ritmos de algunas jotas tradicionales como el Redoble. La parroquia se llenó a la espera de la salida del santo, e incluso algunas personas optaron por esperar a la calle ante la imposibilidad de acceder al interior de la iglesia.

El desfile se inició poco antes de las seis de la tarde. El santo salió del templo a hombros de cuatro vecinas, mientras otros portaban las velas y el pendón de la imagen. Más de un centenar de personas esperaban en el exterior y siguieron a la imagen por las calles aledañas a la iglesia, en una procesión popular que debió terminar de forma precipitada y en medio de paraguas ante la fina lluvia que comenzó a caer mientras transcurría la procesión. Tras regresar al templo muchos quisieron cumplir también con otra de las tradiciones de la jornada, besar al santo, lo que provocó enormes colas en el interior.

Por la mañana se cumplió con otra de las tradiciones de esta jornada: la misa de los otorrinolaringólogos, de los que San Blas es patrón. La celebración no estuvo esta vez presidida por el obispo, aunque sí contó con la participación de la alcaldesa Carmen Heras.