Nueva normalidad en el Cefot. Tras despedir precipidamente al último ciclo debido a la crisis sanitaria, la base de Santa Ana recuperó este lunes su actividad y recibió a un nuevo reemplazo con un amplio dispositivo de seguridad. A los nervios de los reclutas recién llegados y las emocionadas despedidas de sus familias en la puerta, ya habituales en cada contingente, se sumó en esta ocasión un protocolo reforzado a su entrada a las instalaciones.

Así, los primeros 700 de los 1.380 alumnos que corresponden al primer ciclo de 2020 se incorporaron esta semana y se sometieron a test rápidos para garantizar que no hay positivos por coronavirus. El segundo turno, con otros 700 reclutas, llegará a la base dentro de 15 días y seguirán la misma dinámica. Este año, la incorporación de los alumnos, al contrario que en años anteriores, se concentró en el horario de mañana. En la puerta del acuartelamiento, los soldados aguardaban con la distancia de seguridad a que les notificaran su ingreso. A la entrada, el primer paso, una alfombra para desinfectar el calzado, una mascarilla y un formulario para garantizar que los alumnos no han estado en contacto con ningún positivo por coronavirus. El siguiente paso, una hilera distanciada para acceder al recinto donde someterse a la prueba de anticuerpos antes de incorporarse a la compañía. A lo largo de la mañana, de los 400 test que se habían realizado, ninguno había dado positivo, apunta Loreno Pérez, sanitario de la base y uno de los encargados de realizar las pruebas a los alumnos. El médico asegura que, al margen del reto que supone la situación, en el acuartelamiento «está todo previsto» y manifiesta que «es difícil que se produzca algún positivo», ya que antes de entrar a los alumnos se les ha remitido una comunicación para que si están contagiados o han estado en contacto con algún positivo no se incorporen.

La llegada en dos bloques es una de las medidas que ha tomado el centro para minimizar riesgos de contagio. «La primera preocupación que tenemos es garantizar la seguridad, la nuestra y la de los alumnos y luego la formación», expone el comandante Figueroa, que incidió en que durante la estancia, los soldados estarán divididos en grupos ‘burbuja’ de 13 personas y no podrán salir del centro. «Hemos hecho un grupo seguro de trabajo, este grupo duerme junto, come junto y trabaja junto, así si hay un positivo, tenemos plan de contingencia y el grupo actúa de cortafuego», pone de manifiesto. Subraya que, aunque la capacidad de las instalaciones es para 1.600 soldados, solo permanecerán la mitad de los alumnos (700) de forma simultánea en el acuartelamiento mientras el otro turno recibe formación ‘online’.

En cuanto al personal, apunta que el profesorado se mantiene y sí se reforzará el número de sanitarios con la incorporación de reservistas.

La previsión es que el curso para el nuevo ciclo concluya el 22 de diciembre. Sobre la posibilidad de la jura de bandera, pone de relieve que dependerá de la situación y de las pautas que marcan las autoridades. «Es un evento importante para los alumnos, pero si hay restricciones sanitarias, habrá que descartarlo». Si finalmente tiene lugar, avanza que será en octubre en dos actos separados dentro de las instalaciones del Cefot.