El miércoles dio comienzo el tiempo del máximo éxtasis del catovismo más atávico. Baja la Virgen, ella solita, de manera que tanto presumir de ser hermano de carga y resulta que no carga nada. Es necesario reconocer que los esfuerzos de la cofradía por poner orden se frustran cada año con más evidencia porque aquello era un caos. Una gran parte de quienes desfilaban lo hacían entre chanzas, conversaciones con los mirones, fotos con sus familiares o con los niños, saludos a los balcones y ventanas, etc. La entrada de la Virgen en Caleros fue una muestra de lo que debíamos esperar: la Virgen bailando el Redoble que interpretaba la banda nos venía a decir que aquello no era una procesión religiosa sino otra cosa. Unos dicen que es una expresión de la religiosidad popular, otros que una romería y no faltan los que hablan de fetichismo. Como viene siendo habitual en estos casos ha habido un desembarco multitudinario de políticos. Al parecer el presidente de la Junta y el secretario regional del PP tienen más interés en actuar de figurantes en una procesión cacereña que en explicar que los agravios que sienten los cacereños no están justificados y que el gobierno del PP nos insulta con el tren. La alcaldesa lucía modelito y el grupo municipal popular rezaba por Cifuentes mientras Cayetano exhibía una sonrisa de triunfador. Salaya y los suyos ponían de manifiesto con su presencia la incoherencia pues dicen defender la separación de la Iglesia y el Estado.

Podemos ni estaba ni se le esperaba. Es de agradecer la rapidez del servicio de limpieza que apenas iba avanzando el desfile comenzaba a baldear las calles. No sé si barrería la mucha caspa que había por todas partes, aunque no solo allí. Y a partir de aquí comenzarán los nueve días de incesante paseo a ver a la Virgen; que no tiene parangón en ningún sitio y en el que se encuentran creyentes, no creyentes, practicantes y no practicantes. Cosas de Cáceres. Leo que tendrá una intervención señor monseñor Rouco Varela y me voy raudo a una agencia de viajes.