TAtumenta en Cáceres, el número personas de otras religiones, incluso hay ya una carnicería especial como la de los musulmanes en la calle Cuauhtemoc. Pero, ¿es que en Cáceres hay musulmanes? Pues sí, hay 300 y siete comunidades de la Iglesia Evangélica. Es imprescindible educarse en una mentalidad capaz de generar espacios para la convivencia pacífica, en vez de vernos como rivales.

En esta Séptima Marcha de Todas las Religiones por la Paz , queremos decir que las religiones no incitan a nadie a hacer la guerra. Si en otras épocas, de acontecimientos universales y de recientes memorias históricas españolas, ha habido personas que han utilizado lo religioso para otros fines indignos de la humanidad, es hora de decir basta.

¿Habría que eliminar el fútbol y otros fenómenos, porque causa desavenencias y conflictos sociales? ¿No es mejor educar para aprender a resolver conflictos desde la educación para la paz? Las religiones tenemos que aprender a vivir en otros contextos sociales y hay mucho camino por recorrer. Estoy en contra de los que aluden a la intolerancia para excluir del espacio público la presencia religiosa, como si estos ciudadanos no tuviéramos derecho a emitir opiniones públicas.

Las religiones tienen derecho a tener su sitio público en la sociedad plural, democrática, laica, aconfesional, científica, tecnológica, de vanguardia, de progreso... no nos asustan las palabras. Estamos convencidos de que podemos profundizar en el valor de la existencia, siempre en búsqueda para saber responder: ¿de dónde vengo, quién soy, hacia dónde voy? Eso también es progreso para contribuir a la humanización de la sociedad.

La opción laicista excluye lo religioso en su forma de dar sentido a la vida, pues lo considera una amenaza a la libertad. En sustitución de ello el laicismo, obliga religiosamente con otros modos dictatoriales a seguir la moral del Estado, como si fuera la única verdad existente. Muchas veces se confunde lo legal con lo moral, basándose en la fuerza de los votos y no en la de los principios básicos que dignifican a la humanidad.

Donde reside la fuerza espiritual de un pueblo no es propiedad de nadie, ni está toda ella en las ideologías, ni en las estructuras de poder, sino que es en el pueblo donde reside la fuerza trasformadora, capaz de humanizar y mejorar la vida en convivencia de paz y justicia. El pueblo es esencialmente religioso. No queremos ni un laicismo que condene lo religioso ni un confesionalismo excluyente de nada ni de nadie.

En estas fechas de Navidad, o de fiestas de invierno, o de como tú lo llames, ¡Ven a la Marcha de la Paz! Es una forma para buscar otra alternativa a la masificación de las costumbres. Te esperamos hoy a las seis de la tarde, desde la Cruz de los Caídos!