Muchos edificios tienen calefacción central, de modo que el coste es asumido por todos los vecinos mediante cuotas iguales o coeficientes de participación. Sin duda, en estos casos no se tiene la misma responsabilidad en el uso de los recursos energéticos que cuando hay que pagar directamente del propio bolsillo el mayor o menor consumo de combustible. La Unión Europea lo tiene demostrado y por ello, a partir del 1 de enero del 2017, todas las viviendas deberán tener repartidores de costes o calorímetros, y cada inquilino pagará por lo que haya consumido, ni más ni menos. La finalidad de esta normativa es conseguir un ahorro de energía primaria del 20% en el año 2020 (lo que también supone una reducción de los contaminantes).

La empresa de administración de fincas Manuel Martín, con dos décadas de experiencia en el sector, calcula que en Cáceres los pisos con calefacción central son en su mayoría los anteriores a 1981. Es decir, gran parte de los bloques de centro y de las zonas adyacentes como por ejemplo Moctezuma, La Madrila o Hernán Cortés, deberán adaptarse a la nueva exigencia. Dichos edificios tienen por lo general calefacción de leña o de fuel oil (caro y contaminante). El descontrol que Europa observa en estas instalaciones comunes ha impulsado la Directiva 2012/27/UE, ya implantada en países como Alemania, Francia, Suiza, Turquía o Italia.

La mayoría de las adaptaciones en estos hogares cacereños aún no se han realizado, sobre todo porque no se han establecido ayudas públicas, aunque este aspecto acaba de cambiar como puede verse en la información anexa. "Los administradores tenemos un papel muy importante a la hora de informar a los inquilinos por ejemplo de la necesidad de introducir calorímetros antes de 2017, y también de las subvenciones disponibles", afirma Manuel Martín, que promueve la instalación de dispositivos de ahorro en las edificaciones.

De hecho, y aunque parezca curioso, los edificios son ya el tercer factor contaminante por sus altos consumos de energía y por sus emisiones. Esa es la lucha de Europa: viviendas más sostenibles y menos dañinas. En este reto hay dos factores fundamentales: que los pisos tengan un buen aislamiento (que estén bien construidos, con fachadas, tejados y ventanas adecuadas), y que se haga un gasto energético razonable. "Además, el primer beneficiado en el inquilino, que se ahorra dinero en la factura", subraya el administrador. En este mismo sentido, desde junio es ya exigible el Certificado de Eficiencia Energética para casas en venta o alquiler, una etiqueta que clasifica los inmuebles de la 'A' a la 'F' dependiendo del consumo y de las emisiones de CO2.

LOS APARATOS, AL DETALLE La instalación obligatoria de repartidores de costes o calorímetros en todos los radiadores de cada vivienda, permite individualizar los consumos de calefacción generando un ahorro de hasta un 35%. Son aparatos de medición formados por una carcasa, dos sensores de temperatura, un dispositivo de cálculo, una pantalla digital, una batería y un precinto de seguridad. Algunos ya incluyen emisores de datos vía radio, que permiten hacer las lecturas de consumo esté o no el inquilino en su domicilio.

Su colocación tampoco exige obras ni taladros. Los calorímetros se anclan entre los módulos centrales del radiador, y en caso de que éstos sean planos, se fijan mediante un adhesivo especial y debidamente homologado.