Las líneas de este viernes contenían otras palabras, narraban otras historias, y descubrían otras perspectivas pero no pudieron sino enmudecer para dejar paso a unas nuevas con diferente cariz, escritas desde el corazón y dedicadas a todas las familias que han perdido a algún ser querido en el accidente ferroviario ocurrido en Santiago de Compostela.

Más de 80 personas perdían su vida en un viaje con un destino diferente al planeado.; y mientras la noticia llegaba a nuestros medios, cientos de ciudadanos anónimos se acercaban al lugar del accidente para prestar toda la ayuda que pudiera ser necesaria, incluso antes de que llegasen los propios servicios de emergencia. Es digna de aplauso la actitud generosa de los vecinos de la zona, que desde primera hora brindaron sus coches como ambulancias improvisadas, y extendieron sus manos para socorrer a los atrapados y abrazar a los desconsolados. Del mismo modo es loable la disposición de los bomberos gallegos, que sin dudarlo un instante, desconvocaban su propia huelga para ofrecer su valeroso trabajo; así como digno de admiración es también el gesto desinteresado de todos los médicos y personal sanitario en paro, que se acercaban a los hospitales para colaborar en lo posible; sin olvidarnos de la maravillosa disposición de toda la gente anónima que acudía en masa para donar sangre, ante el llamamiento suscitado.

Al apoyo de todos los que se encuentran cerca y se han acercado a tierras gallegas, se unen las palabras sinceras de aquellos que están viviendo tal tragedia desde la lejanía, inundando las redes sociales con palabras de ánimo, y cariño. "Hoy todos somos Galicia", reza una de las miles de máximas que pueden leerse en la red. Todos estamos compungidos por la noticia, sintiendo el dolor ajeno como propio. Y aunque haya de ser por una circunstancia tan terrible, la generosidad de todos los nombrados hace creer de nuevo en la naturaleza humana, la cual hace tiempo creíamos perdida.

Desde estas líneas, no puedo sino dar mi más sincero pésame a aquellas personas que han perdido a alguno de los suyos en el fatídico accidente, en especial a la familia extremeña que recibía la dura noticia y se trasladaba a Santiago de Compostela. Hoy todos somos Galicia.