En mi adolescencia y juventud la socialdemocracia era una cosa que por lo visto parecía existir en algunos países del centro y norte de Europa y de la que tenían noticias los más ilustrados, porque al pueblo solamente le llegaba que era un sistema de partidos, algo nefasto según el Régimen, y un comunismo dulcificado. Del estado del bienestar no sabíamos nada porque en España se vivía mejor que en ningún otro sitio. Las cosas han cambiado tanto que hoy todos los partidos se han apuntado al estado del bienestar y varios a la socialdemocracia. Las razones para esta carrera son dos, en mi opinión. La primera consiste en que ese es el estado en el que desean vivir la mayoría de los ciudadanos puesto que defiende una sanidad, una educación y unos servicios básicos al alcance de todos los ciudadanos, de manera que es un caladero de votos. La segunda es que en estos momentos esa idea ha sido abandonada y no pertenece a nadie porque nadie la he defendido y llevado a la práctica como se esperaba. Que la derecha, especializada en privatizarlo todo, defienda el estado del bienestar da risa. Que la extrema izquierda y el populismo se quieran transmutar en socialdemocracia es un imposible como han puesto de manifiesto los escasos regímenes en los que han gobernado y que han conducido a una mengua de las libertades y un aumento de la pobreza. Ahora bien, ese espacio ha quedado vacío porque los tradicionales socialdemócratas, a quienes se deben las políticas del estado del bienestar, lo han abandonado.

No han sido los votantes quienes los han abandonado sino que ellos son quienes han abandonado cuando no traicionado a sus bases sociológicas. La socialdemocracia está en crisis en todo el mundo debido a que se ha engolfado en el pragmatismo, ha olvidado el discurso político y no tiene nada que decir a su votante natural. Durante la ya larga y dura crisis la socialdemocracia no ha tenido discurso, ha permanecido callada y no ha sido capaz de diseñar una alternativa. No extraña que al convertirse en socioliberales hayan sido devorados por los populismos.