El desván de la memoria , así se llama la nueva novela de Tomás Pavón, que presenta mañana la escritora extremeña Pilar Galán en la sala de arte y acción Belleartes --situada en el número 6 de la calle Viena-- a partir de las nueve de la noche.

En un tono sincero y cercano y con un lenguaje sencillo, el autor presenta un texto lleno de imágenes evocadoras a través de las que elabora un recorrido por la memoria del protagonista que pervive en el imaginario mundo de los adultos.

El punto de partida de El desván de la memoria es el hallazgo en Londres de una vieja fotografía donde el narrador aparece retratado de niño, y la búsqueda, por parte de éste, de cualquier detalle que le permita localizar el verano en que la foto fue tomada para finalmente lograr reconstruirlo junto a su hermano mayor, Alberto.

"Una foto, pese a lo limitado de su tamaño, puede encerrar el universo". Así comienza esta trama en la que, a lo largo de toda la publicación, confluyen dos planos temporales: el narrador adulto mira constantemente hacia su pasado desde un presente que va ganando terreno hasta situarse en paralelo con el terreno evocado, el de los veranos de infancia en casa de los abuelos maternos, en un pueblo del sur de España.

Como peculiaridad, Pavón no divide su obra en epígrafes que marquen el transcurso de la historia, sino que deja que se desenvuelva a partir del monólogo que fluye de la boca del protagonista quien, a caballo entre el humor y la nostalgia, habla de cómo hacía sus deberes de repaso del curso en verano, de cómo fumó sus primeros cigarrillos, de los tebeos que leía, de unas ferias al borde del mar, de las peripecias en el cine de verano, de las tertulias en la rebotica y del descubrimiento del amor.

La vida de adulto comienza a leerse a mitad de la obra, cuando narra sus repetidos fracasos sentimentales. Esto da pie a la aparición de un personaje clave en la historia, Elisabeth Smicht, hija de los autores de la foto que ha servido para desenredar la memoria y el hilo de esta novela narrativa.