Jaimie Walke y Rebecca Robinson conviven con la familia Corrales-Arias en un piso de la avenida de la Hispanidad desde el domingo. Es una vivienda modesta, de una familia corriente de trabajadores, pero ideal para lo que los dos jóvenes ingleses buscan: imbuirse de España. Así el día a día del matrimonio Pascuala Arias y Juan Carlos Corrales y sus hijos Eduardo, de 12 años, y Lydia, de 18, forma parte de la inmersión lingüística y cultural que les ha programado el primer curso de español para extranjeros. Ellos son dos de sus primeros 13 estudiantes.

Una de las primeras lecciones españolas de Jaimie y Rebecca ha sido cómo hacer una tortilla de patatas impartida por Pascuala en su cocina. También la tortilla fue su primera cena en Cáceres y fue una suerte, porque Rebecca es vegetariana. "Tenerlos en casa es una experiencia para ellos y también para nosotros, porque conoces otras costumbres y también el dinero nos viene bien", cuenta Pascuala. Cada uno de los chicos pagará a la familia por su estancia y la comida 120 euros a la semana.

La familia Corrales ya acogió en junio a una estudiante de Chicago y la experiencia fue tan "positiva" que han decidido repetir. "Son muy agradecidos, por todo, y aportan mucho a mis hijos".

Sol, cultura y comida

Jaimie y Rebecca han elegido Cáceres para perfeccionar su español porque casualmente Ana Sánchez, una de las profesoras, ya les impartió un curso de español en Cambridge. Para ambos, esta es su segunda estancia en España. Antes estuvieron en Granada por trabajo y de vacaciones. El sol es para Rebecca, de 19 años, lo más atractivo de este país, sin embargo para Jaimie, de 20 años, es la "interesante y viva cultura" española la que le hace aprender este idioma. Para él "el sol es demasiado".

A Sophie Bond, londinense de 20 años, también le atrae el sol de España, aunque aún más la comida, pero aprende español sobre todo porque "es muy útil". Ella ha decidido compartir piso con otros jóvenes españoles. Ha llegado a Cáceres y a sus cursos de español para extranjeros por internet, ahora no se arrepiente porque dice que es una ciudad "muy bonita y no demasiado grande".

Enseguida congenió con Inªs Gomes, de 21 años, una portuguesa que también ve en el español una utilidad profesional importante por las relaciones entre España y Portugal, dos países que para ella "tienen mucho en común", por eso le gusta tanto su país vecino. Ella va a estudiar un Master de Gestión y Dirección Hostelera en la Uex y necesita mejorar sus conocimientos del idioma.

De todos los alumnos de este primer curso, destaca sin duda Thomas Baillieu. Jubilado de Siemens, este berlinés afincado en Munich de 65 años, estudia español por "afición". Ha viajado por toda España, sobre todo por el norte porque de este país le gusta "todo", pero le faltaba Extremadura. "Era el rincón que aún no conocía y por eso me decidí a hacer el curso aquí y conocer algo nuevo", explica en un español que sobrepasa con creces el chapurreo.

No en vano comenzó a aprender español desde muy jovencito y por rebeldía, "como protesta y oposición a la enseñanza oficial alemana, que solo nos permitía estudiar entonces inglés y francés, así que empecé con el español por mi cuenta". El destino, y la empresa Siemens en la que trabajaba, quiso después que viviera siete años en México. Por lo tanto, es un alumno aventajado. Eso sí, reconoce que el subjuntivo aún se le resiste. En Cáceres quizás aprenda por fin a conjugarlo.