El empeoramiento de su madre obligó a Antonio Tejado a volver a Cáceres para cuidar de ella. Han pasado casi tres años y desde entonces se ha convertido en un cuidador de los pies a la cabeza, en el pilar de una mujer a la que adora. Carmen Sánchez (53 años hará la próxima semana) padece un tumor cerebral desde hace 22 años. Ha pasado cuatro operaciones y decenas de sesiones de radioterapia y quimioterapia.

Su hijo, que ahora tiene 25 años, volvió de Mallorca donde se marchó para trabajar en un hotel para ayudar a su madre a pagar la casa y labrarse un futuro. Entonces ella ya estaba enferma: "No conozco a mi madre así", dice mientras señala una fotografía de una mujer esbelta, morena, con brillo en los ojos y una piel perfecta. Carmen Sánchez se puso enferma cuando él solo tenía 3 años. Ni siquiera recuerda cómo comenzó su enfermedad: "A mí me han contado que ella estaba poniendo la lavadora y le dio un ataque epiléptico. Le volvió a dar otro a los pocos días y se la llevaron a urgencias. Ahí fue cuando le vieron un tumor en el frontal izquierdo del cerebro", explica Antonio.

Once años después

Carmen se sometió entonces a una operación. Todo salió perfecto hasta que once años después volvió a reproducirse el tumor en el mismo sitio. Después de eso vinieron tres operaciones más. Vivía sola en casa porque su otra hija trabaja en Barcelona y está separada de su marido. Al principio podía valerse por sí misma pero hace tres años que le cuesta hablar y mantenerse en pie y necesita una silla de ruedas para desplazarse.

"Decidí venirme porque con el teléfono de teleasistencia (se lo concedieron a su madre al vivir sola en casa) me llamaban muy a menudo para decirme que se había caído. Me dí cuenta de que necesitaba mi ayuda", explica Antonio.

Cuando volvió a Cáceres se dedicó en cuerpo y alma a su madre y, consciente de que ello supondría renunciar a un trabajo porque ella necesita una atención de 24 horas, solicitó la ley de dependencia, con la que logró que se le diera de alta en la Seguridad Social, además de percibir una subvención de 426 euros y la ayuda a domicilio. Ahora la Junta se lo deniega: "Ahora cobra una ayuda de 324 euros, me han quitado el servicio a domicilio y el alta a la Seguridad Social. Me dicen que si quiero darme de alta me la tengo que pagar yo, ¿con qué me quedo si tengo que pagar 200 euros de Seguridad Social? Les he explicado mi caso, no puedo trabajar porque mi madre necesita de mí las 24 horas", se resigna. Su madre cobra también una pensión de 200 euros.

Como una hija

Carmen se ha convertido en una hija para Antonio. El la cuida con todo el cariño del mundo pero reconoce que el camino está siendo "muy duro". "Es como mi hija, por eso yo ya no quiero tener hijos. Tengo 25 años y no puedo vivir como cualquier joven. No tengo vida, no tengo tiempo para mí ni para mis amigos y estoy ahogado", dice Antonio, que reconoce que cada noche, al meterse en la cama, no puede parar de llorar: "Es una mezcla de sentimientos entre pena, rabia e impotencia. ¿Por qué me pasa esto a mí?", se pregunta Antonio, que sueña con estudiar la carrera de Turismo, pero no puede.

El único tiempo libre que tiene es de 11.00 a 12.00 de lunes a viernes, cuando una cuidadora de la Asociación Española Contra el Cáncer le ayuda a bañar a su madre y alguna hora por la tarde dos días a la semana, cuando una voluntaria se ocupa ese tiempo de Carmen. "Ese tiempo lo aprovecho para hacer la compra y poco más porque no tengo tiempo para nada. Los fines de semana tengo que estar aquí todo el día porque no tengo ayuda", asegura Antonio.

Cuidar de su madre es para él como un trabajo. "Me he acostumbrado a todo esto y ya no me asusta ver a mi madre así; me asusta el futuro, lo que pueda pasarle porque la echaré mucho de menos y sobre todo qué será de mí", señala. Por eso, indica, "solo quiero que entiendan mi caso, esto es muy duro y no entiendo porqué me quitan la Seguridad Social, mi trabajo es esto; es lo que me ha tocado vivir", comenta Antonio.