Juana Gracias Criado tiene 87 años, es de Cáceres y descubrió su afición por el encaje de bolillos hace tan sólo tres. "Mis hijas me animaron para que aprendiera y las enseñase a ellas después", contó a EL PERIODICO, mientras participaba en el encuentro que ayer reunió en el paseo de Cánovas a más de 250 encajeras de distintos puntos de España.

Juana aseguró que el encaje la ayuda a relajarse, tanto que "aunque estoy poco buena, he venido a hacer bollillo". Ahora, tiene entre manos una puntilla, pero se ha puesto como reto confeccionar un abanico "después del verano".

Olga Encinar, como Juana, ha encontrado en el bolillo "una vía de escape, pues como tienes que estar atenta a los puntos y a los nudos, desconectas de todo". La diferencia entre ambas es que esta madrileña de 29 años hace bolillos desde hace dos. Olga comentó que para realizar esta labor hay que tener "paciencia y constancia" y que la dificultad que parece que entraña este arte es "mayor desde fuera. Una vez que aprendes, luego el punto se va repitiendo".

Este es el sexto encuentro de encajeras que acoge la ciudad, que este año se ha complementado con el I Congreso Internacional de Encajeras, promovido por la Asociación de Encajeras Ciudad de Cáceres y que ha contado con la presencia de Dinamarca y Holanda. La presidenta del colectivo, Emilia Núñez, mostró ayer su satisfacción por el desarrollo de la cita. "Ha sido un gran éxito y hemos superado todas las expectativas", afirmó.

"Desgraciadamente no tenemos un presupuesto elevado, sino, posiblemente, se podrían ver a 700 u 800 personas haciendo encaje de bolillos en Cáceres", añadió.

La jornada se clausuró con una comida de hermandad en el hotel Alfonso IX y un coloquio en el aula de cultura de la Caja de Extremadura sobre la historia del encaje.