Mientras Jarramplas se recuperaba de la lluvia de nabos de esta semana en Piornal, y la vaca-tora de Acehúche volvía a su escondite tras dar por finalizada la fiesta de las Carantoñas, en Cáceres ya comenzaban los preparativos para una nueva edición de la Romería de los Santos Mártires. Este domingo volveremos a disfrutar de una tradición que hace más de tres décadas y media recuperó Juanita Franco, y que este año --tristemente-- habrá de celebrarse sin ella.

El Paseo Alto cacereño volverá a llenarse de mujeres y niñas vestidas de refajo, de roscas de pan y patatera, de buñuelos y floretas, y de abuelos y nietos compartiendo tradición en una jornada donde la convivencia es la principal protagonista.

Estamos en una era en la que, en contra de lo esperado, las tradiciones de antaño crecen en nombre y participación. De igual modo, aquellos pueblos que rozaban el "desahucio", vuelven a tener niños en sus calles. Y sí, por ello estamos de enhorabuena. Recuperamos la cultura popular, la hacemos más nuestra --si cabe--, nos enorgullecemos del folclore e invitamos a los profanos en materia a que conozcan y disfruten de aquello que sentimos como propio y heredamos de nuestros abuelos.

Volvemos a lo tradicional, y no solo en lo que a fiestas se refiere, tornamos a la elaboración manual de productos, premiamos lo artesano, reivindicamos las recetas de familia, y apreciamos sobremanera aquello nacido de la raigambre del pueblo. Algunos achacan a la nostalgia este triunfo de la cultura popular, otros a la propia enseñanza en el seno familiar; pero en el momento que distinguimos "tradición" de "costumbre", no son ni una ni otra las responsables de la pasión que ponemos en nuestro acervo.

Hacer las cosas --sean las que sean-- a "la vieja usanza", implica ofrecer un reconocimiento al pasado, significa valorar lo artesano, y tener presente una historia que crearon nuestros antepasados.

Unas tradiciones se mantienen, otras se recuperan, y aunque a veces se ven modificadas por el paso de los años, la esencia sigue siendo la misma. Debemos alegrarnos por ello, porque siempre se ha dicho que "un pueblo sin tradición es un pueblo sin porvenir".