El 80% de los inmuebles existentes en la ciudad han sido construidos en los últimos 40 años sin una estrategia coherente, con nuevos distritos que han generado fracturas en el paisaje cacereño. Más de la mitad de las zonas urbanas son islas conectadas al resto de la ciudad mediante el uso abusivo del coche. Esta situación ha generado que los vehículos se utilicen en el 55% de los desplazamientos, un porcentaje que augura un futuro poco sostenible para Cáceres porque además provoca un aumento de la congestión urbana, del consumo energético y de la contaminación acústica.

Además, ese tráfico se topa con un casco viejo constreñido por la herencia histórica, concebido mucho antes del fenómeno de la motorización masiva, donde coches y peatones comparten espacios restringidos que provocan cierto desorden circulatorio. En el centro, vías como Gil Cordero, Cánovas o Antonio Hurtado tienen un denso volumen de tráfico y un claro déficit de estacionamientos.

Todo ello ha generado una movilidad poco eficiente, convertida ya en uno de los principales problemas de la ciudad, que se intenta atajar con varios proyectos. Porque además, los cacereños apenas realizan un 10% de los desplazamientos en autobús y solo un tercio a pie.