Los especialistas de tráfico coinciden en que las formas de organizar el tráfico urbano, generalmente, se desarrollan in situ como respuesta a los problemas específicos de cada ciudad. Las soluciones dependen de la topografía, la configuración del terreno y la estructura urbana, las finanzas y necesidades de cada centro en particular.

En Cáceres, uno de los problemas que condicionan la organización del tráfico es la degradación física y el impacto ambiental que ocasiona el automóvil en la zona antigua.

Cáceres presenta una estructura urbana compleja, con un centro histórico amurallado emplazado sobre una colina, y una densa e irregular red de vías que no es apta para proveer acceso fácil a la circulación de vehículos.

Ante estas condiciones, los trabajos de restricción a la circulación vehicular, de peatonalización de algunas calles y habilitación de nuevos estacionamientos, realizados en la zona, representan las soluciones más directas e inmediatas para reducir el impacto físico y ambiental que produce el automóvil en el centro.

Sería ideal, sin embargo, que tales actuaciones se abordaran desde una planificación más global, con el objeto de no descuidar aspectos sociales o económicos que pueden verse agravados si no se tienen en cuenta. Aspectos como el proceso de despoblamiento que acusa el centro, o las necesidades de acceso a actividades que, como el comercio o el turismo, son tradicionales y deben ser potenciadas.

En otras palabras, aspectos relacionados necesariamente con la revitalización del tejido urbano que ha sido soporte de las más variadas relaciones sociales y funcionales que dan valor al conjunto.

*Director de la revista Habitex