Hablar de la calle Pintores es hacerlo de la vía comercial más emblemática de la ciudad. El bullicio de los compradores, los bares repletos de gente, y el constante movimiento dan a este paseo su razón de ser. Sin embargo, existe otra calle Pintores que representa todo lo contrario. Sin el alboroto ni las prisas del centro, otro vía homónima se encuentra semioculta en la Montaña, donde reina el silencio y la tranquilidad, y que es el lugar elegido por decenas de familias cacereñas para pasar las vacaciones de verano.

Pero ¿por qué este silencioso vecindario comparte nombre con una calle tan conocida? Juan Solís, propietario de un chalet de hace más de 44 años lo explica: "Esta calleja es conocida como La Solana, por estar en la solana de La Montaña, aunque al primer tramo lo llaman Pintores por su estrechez y las casas adosadas, que recuerdan a las tiendas de la famosa calle".

Resuelto el misterio, el otro problema es que ni sus vecinos se ponen de acuerdo en cuál de sus denominaciones es la más característica. "Llevo veraneando aquí desde pequeño, y esto es el camino del Portanchito, aunque también es conocido como la sierra de la Mosca", aclara Francisco, que heredó una casa de 1920 y disfruta allí de los meses estivales.

La cuestión del nombre pierde importancia cuando lo atrayente es su condición de remanso de paz, donde las suaves temperaturas de la tarde ayudan a disfrutar de los paseos por el campo. Como si fuera un pequeño pueblo, todos los vecinos se conocen y tienen buena relación. Es habitual ver a la esposa de Juan Solís ofreciendo higos a los vecinos de al lado, o a Pilar llevando a sus hijos a la piscina de una amiga. "En nuestro bloque de Cáceres el trato con los vecinos se limita a un adiós . Aquí la relación es más cercana", dice Francisco que, si fuera por él, no volvería a la ciudad para perpetuarse en la tranquilidad de la sierra.