Antonio Iglesias Lino se mostraba ayer visiblemente indignado. Por la mañana había acudido a un centro de reconocimiento para renovar su carnet de conducir, del que depende laboralmente al dedicarse al transporte profesional. Lo que había previsto como un simple trámite se convirtió en una desagradable sorpresa cuando la doctora le anunció que no le podía dar el visto bueno hasta que no llevara un informe de su médico de cabecera que avalara su buen estado, especialmente la tensión arterial, que estaba descompensada.

Antonio asegura que recibió "un trato discriminatorio desde el principio" por su físico y que en cuanto entró por la puerta la doctora le dijo que no le facilitaría el carnet, antes incluso de practicar las pruebas. "Me puso tan alterado que no me extraña que la tensión me subiera. No tengo problemas para conducir y me indigna que una persona que se supone profesional me trate de ese modo", explicó ayer.

Antonio sufre un trastorno asociado a la tiroides que le ha hecho duplicar su peso en los últimos años, hasta alcanzar los 166 kilos actuales. Este cacereño de 42 años, padre de dos hijas, lleva "toda la vida" trabajando con camiones, ahora es autónomo y se dedica al transporte internacional con trailers. Desde hace más de una década cuenta con permiso para conducir todas y cada una de las categorías de vehículos (salvo las motocicletas), incluidos los de mayor tonelaje. Aunque tiene contratados en su empresa a tres conductores, y él más bien se encarga de la organización del negocio, no puede prescindir del carnet "porque en un momento dado necesito conducir y debo llevar el permiso". Además, y sobre todo, Antonio Iglesias se siente "en perfectas condiciones" para desarrollar su trabajo, "porque estoy en plenas facultades", reitera una y otra vez.

OPERACION PENDIENTE Los médicos han decidido operarle para abordar su problema de peso mediante un bypass gástrico. En septiembre tiene cita con el cirujano. Antes, y puesto que su carnet caduca también en un mes, Antonio quería dejar resueltos los trámites y ayer acudió a la oficina de SOS Médica SL para hacerse su reconocimiento en la calle Maluquer. "Primero me atendió el psicólogo y no hubo problemas, pero cuando me atendió la doctora rápidamente miró mi aspecto físico y me dijo que por qué no dejaba la renovación del carnet para más adelante. Me indignó tanto, que le pregunté que quién era ella para ser juez y parte", relata el transportista. "Llegó a decirme que no me daba el carnet", afirma.

Antonio Iglesias le instó a iniciar el reconocimiento y, según cuenta, superó sin más la exploración oftalmológica y las pruebas de psicomotricidad. "No tengo problemas de movilidad en manos, cuellos o piernas, puedo llevar un camión como siempre he hecho", afirma. El inconveniente llegó al tomarle la tensión arterial, ya que presentó valores alterados de 160/110 mm HG. La doctora le solicitó entonces un informe de su médico de Atención Primaria para comprobar que su estado estaba controlado, y condicionó su visto bueno a que llevase dicho informe en los próximos días.

Las alteraciones en la tensión arterial aparecen recogidas entre los criterios de Tráfico para denegar una renovación, siempre que entrañen un riesgo vital. Pero Antonio, convencido de que en su caso no supondrán un problema, se muestra especialmente afectado por el modo en que se sucedió el reconocimiento. "Ella me alteró y no me dio opción a tomarme de nuevo la tensión cuando estuviera más relajado. Lo que más me ha dolido ha sido la discriminación desde el principio por mi peso", lamenta el transportista cacereño. "Me molesta que me mire un niño o un adulto, aunque a todo te acostumbras, pero hablamos de una profesional sanitaria... Antes de cuestionar mi aspecto físico tendría que haberme evaluado".

Antonio pidió una hoja de reclamaciones para denunciar la situación. Por su parte, el centro de reconocimiento eludió hacer ningún comentario a este diario alegando que sólo se limitaron a cumplir con su trabajo y con la normativa, como un caso más.