La manifestación ‘Por un tren digno’ que hoy se celebra en Cáceres debe suponer un antes y un después en primer lugar por el número de asistentes, en segundo lugar por los lemas que luzcan las pancartas y el sentido de los gritos y en tercer lugar por las consecuencias que deben seguirse dado que con las manifestaciones no basta para torcer voluntades.

No sé si convocarla en una ciudad en la que manifestarse sobre algo, ya sea a favor o en contra, no está muy bien visto, es lo más acertado, de manera que esperemos que desde otros lugares de Extremadura nos den una lección de compromiso. Hace unos días hablaba con unos amigos acerca de los lemas que me gustaría leer en las pancartas y me parecía que deberían poner: «Exigimos un tren digno». Pues resulta que la palabra «exigimos» era demasiado «fuerte»

¿Qué tal si ponemos «rogamos»? Aunque a lo mejor lo que peta por aquí es hacer una solicitud tipo : « Muy Sr mío: Expongo... y humildemente solicito: Que, si no es mucha molestia y sin ánimo de ofender, tenga a bien concedernos un tren que tire a digno...Gracia que espera... que Dios guarde muchos años».Bueno, ya le gustaría que le guarde tantos años como tardan en ponernos un tren.

Esta es la tercera manifestación de protesta que se organiza y constata sin lugar a dudas que las dos anteriores no han servido para nada. No es de extrañar porque una manifestación al año no hace daño ya se haga en Badajoz, la primera, en Madrid, la segunda, o en el mismísimo Vaticano.

En otros lugares han ocupado las vías durante algún tiempo y han conseguido lo que pretendían, pero eso aquí es impensable porque aquí somos muy modositos, muy prudentes y no solo no nos atrevemos a desafiar sino que no nos gusta molestar. No es que seamos pobres económicamente, es que también somos pobres de espíritu. Menos mal que de los pobres es el reino de los cielos, según dicen algunos, aunque me temo que como no tendremos tren para ir al cielo quizás tengamos que ir al limbo, en un tren digno naturalmente.