Estuvo en Alaska, Florida y Azerbaiyán, recorrió medio mundo hasta que sus pasos lo trajeron aquí. Hoy, desde su refugio almohade frente a la muralla y con su hija recién nacida, Troy Nahumko explica cómo los viajes han moldeado su persona y por qué en Cáceres ha conocido la España que siempre buscó.

--¿Qué significa este premio?

--La confirmación de que lo que estoy haciendo merece la pena.

--Su relato comienza hablando de sus amigos Angel y Carmina, dueños de Los Candiles...

--Sí. Suelo viajar aprendiendo de la boca de quienes habitan las ciudad en lugar de utilizar una guía turística.

--Defina Cáceres...

--Es verdadera, única, no es presumida, es auténtica. Es un conjunto monumental precioso, pero también es una ciudad habitada por personas verdaderas, humildes, sinceras. Es la España que siempre hemos buscado, no es el desierto subdesarrollado que nos pintan; rechazo caer en la simplista visión que etiqueta personas y lugares.

--¿Por qué escribe?

--Tengo una memoria imperfecta y el hecho de escribir hace que mis experiencias sean más duraderas, porque permanecen para siempre en un papel.

--¿Qué le falta a la ciudad?

--Vivo en la parte antigua. Frente a mi casa hubo durante un tiempo okupas. Los americanos o los canadienses si tuvieran palacios del siglo XVII los cuidarían como un manjar. Creo que la ciudad monumental necesita algo, una inyección de vida para que la gente viva en ella, que sea algo más que un escenario donde hacer fotos.

--¿Se quedará para siempre en Cáceres?

--Quién sabe dónde el río te lleva...