Leí hace unos meses que la Universidad de Extremadura regalará ordenadores a quienes se matriculen en alguna de sus facultades. Pretende de esta manera aumentar el número de matriculas pues al parecer están en descenso.

Uno pensaba que la mejor manera de atraer estudiantes era ofrecerles una enseñanza de calidad, pero está equivocado. Algunos conspicuos sociólogos, políticos e incluso profesores de universidad consideran que se debe a que la ciudad está muerta. Es lo que afirman también algunos jóvenes que han emigrado para estudiar y no tienen empacho en manifestar en sus esporádicos regresos que esta ciudad es un cadáver.

Pero cuando les preguntas a cuantas conferencias, conciertos de música clásica, exposiciones, presentaciones de libros y cualquier otro tipo de acto cultural han acudido en los últimos tres meses en la ciudad en la que estudian, que no está muerta, puedes encontrarte con la sorpresa de que no han asistido a ninguno.

¿Qué es lo que hace que esta ciudad esté muerta? Al parecer el asesinato lo han llevado a cabo la escasez de bares abiertos hasta el amanecer, la falta de lugares de diversión y otras actividades parecidas. De manera que, si de verdad se quiere aumentar el número de estudiantes universitarios siguiendo estos criterios, lo que debe hacerse es garantizar cinco actos sexuales, cuatro borracheras, tres orgías y pocas horas de clase. Y el que quiera estudiar y adquirir una buena formación que se vaya a Oxford o Cambridge, que son ciudades pequeñas y aburridas. Y están tan muertas que quienes se gradúan en ella solo están preparados para optar al premio Nobel. Porque en lugar de pasarse la noche en la Madrila con una copa en la mano se la han pasado estudiando y han cambiado el escuchar música a todo volumen por asistir a una clase de Hawkhins.