Fue una tarde de lágrimas en las puertas de la iglesia de Guadalupe. El último grupo de saharauis que aún continuaba en Cáceres, formado por 50 niños, se embarcó ayer en un autobús que le llevó rumbo al aeropuerto de Badajoz, donde esperaban los aviones que les devolverán al desierto. Los niños pasarán un nuevo invierno en los campos de refugiados de Argelia antes de poder regresar al oasis extremeño.

Finaliza así la campaña anual de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, que cada verano promueve el proyecto Vacaciones en paz . A través de este programa, numerosas familias se prestan voluntarias para acoger en sus casas a los niños del desierto durante julio y agosto, y regalarles dos meses de bienestar, paz y tranquilidad lejos de la incomodidad de los campos.

Mientras dura su estancia, las familias les proporcionan todos los cuidados posibles, les alimentan lo mejor que pueden, les llevan al médico para someterles a revisiones y les facilitan la máxima diversión. Este año ha llegado hasta Cáceres un amplio grupo de 135 niños dada la solidaridad de algunos ciudadanos, que durante el invierno programan viajes para hacer más corta la espera y llevarles ayuda.