Del ‘Beguin the beguine’ al ‘A partir de mañana’, un recorrido de 171 páginas por la vida del último romántico, la sexta novela de Tomás Pavón en la que retrata las peripecias de Suso Cruz. Veinte capítulos que se corresponden con el título de 20 canciones de los años 70 en los que se narra la Cara A y la Cara B del disco vital de un artista, descubierto por el mánager Pepe Ledesma, un tipo que quiere sacar tajada de las fricadas de Jesús María de la Cruz, tópico personaje que salta a la fama para luego caer en picado hacia el oscuro abismo del olvido.

‘El último romántico’ es la historia de alguien que prioriza el sentimiento a la razón. Nacido en una ciudad de provincias, Ledesma se topa con Suso en una sala infecta y rápidamente se da cuenta de que puede convertirlo en una estrella de la televisión. Un souflé que acabara menguando y que arrastra el lado más desolador de una infancia marcada por el acoso escolar.

El libro tampoco pasa por alto ese despertar sexual del tardofranquismo y la bisexualidad del personaje frente a un público que da la espalda a esa puerta del fracaso de un hombre que acaba atrapado por el poder hipnótico de la pequeña pantalla.

Eso lo refleja de manera brillante el autor, que comenzó a escribir muy joven: ya en 1979 había obtenido el primer premio de poesía ‘Residencia’ y destacó por sus colaboraciones con Manolo Ferreras en el programa ‘La bahía’, de Radio 3. Tomás Pavón, cacereño de pro, no podía obviar su ciudad en este trabajo. Por eso escribe ‘A veces llegan cartas’, utilizando un recurso que aparte de ser muy literario forma parte del imaginario precisamente romántico de la capipital: la base militar Santa Ana, el CIR (ahora Cefot) donde tantos españoles acudieron tras el alistamiento.

Suso fue uno de ellos. A Cáceres llegó y en Cáceres se licenció. Fue justo durante la instrucción que recibió una carta del dueño de la mercería donde trabajó en sus inicios anunciándole que el director de una orquesta potente estaba interesado en ficharle.

Su estancia en la capital fue enriquecedora para Suso. Seguidor de Miguel de Molina, es durante el servicio militar cuando supo que en 1940 el célebre artista pasó un mes confinado en Cáceres. El que bordara coplas como ‘La bien pagá’ y ‘Ojos verdes’, fue perseguido por los nacionales y atrozmente apaleado «por rojo y por marica», argumentos indudablemente mezquinos. Así que al terminar la guerra, y por orden policial, le invitaron a que abandonara Madrid. El cantante escogió Cáceres y aquí se alojó en el hotel Álvarez (actual Alfonso IX).

Aunque Miguel de Molina se prodigó muy poco, durante aquellos días en la ciudad sí entró en contacto con el maestro Solano. Fue precisamente él quien le recomendó a Solano que enviase sus canciones a Concha Piquer aprovechando que la artista presentaba en Argentina su espectáculo ‘Canciones y bailes de España’. Cuentan que al recibir las partituras, la Piquer quedó tan impresionada que dijo a Quintero, León y Quiroga: «La música que quiero para mi espectáculo es la de Ochaíta, León y Solano».

Suso pasea por la calle Moret, acude a los bares que frecuentaban los militares y se despide subiendo al santuario de la Virgen de la Montaña para agradecerle los favores recibidos.

‘El último romántico’ ha sido editada por Letras Cascabeleras, dentro de la Colección de Narrativa Estrébedes, y este 3 de noviembre, a las 19.00 horas, se presentará en la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno (palacio de los Golfines de Abajo). Tomás Pavón escribió su penúltima novela en 2015 con el sugerente título ‘El novio de Betty Boop’ e ilustraciones de Pámpano Vaca. Ahora nos vuelve a emocionar.