En estos días ha fallecido Luis Abel Luengo Bernal, más conocido por todos como el Tío Luis Luengo. Los vecinos de San Blas o Pinilla seguro que se acuerdan de él, de la rica leche fresca de sus vacas. Su vieja vaquería se quedó sola. Luis y sus hermanos José María, el anarquista, y Angelines, montaron un negocio muy próspero durante más de 60 años que dio leche fresca todos los día a Cáceres. Luis, soltero, vivió el último año de su vida en un conocido geriátrico cacereño.

Este negocio de la vaquería fue emprendido por su padre, también llamado Luis Luengo, que era funcionario de telégrafos y quiso que sus hijos tuvieran un trabajo en el campo, sobre todo Luis, al que no le gustaba estudiar mucho.

Luis hijo conservó la vaquería y su amor por las vacas hasta casi la sepultura. Tuve la suerte de conocer al Tío Luis y su pasión: el manejo de las vacas y el cultivo de sus maizales, alfalfa y sorgo, en su finca de la Ribera, los cuidados y el ordeño dos veces al día. Su ocio era ir a ver jugar al Cacereño CP.

Hombre de mucho carácter y energía, de gran corazón, siempre abrió las puertas de su vaquería para defender los intereses de la Ribera del Marco, pidiendo en estos últimos tiempos democráticos que ésta estuviera limpia y fuera respetada y conservada en su función agroganadera.

Durante su juventud participó en política y regentó junto a su hermana Angelines una discoteca que estaba situada en la Ciudad Deportiva, donde

muchos cacereños acudían a bailar y a conocer a sus parejas.

Con estas palabras y recuerdos quiero hacer mi pequeño homenaje a los hermanos Luengo, que tantos momentos despertaron para nuestra capital cacereña, que han demostrado que el amor a las vacas es uno de los pilares de la buena economía, pues todo movimiento se hace con café con leche, y cuanto más fresca y cercana sea la leche, mejor.

En Extremadura nuestros gobernantes nos han prohibido tomar leche fresca, al creerse al pie de la letra las directivas europeas. Es verdad que con los hermanos Luengo no pudieron, pues ellos tenían y sustentaban grandes virtudes que los hacen ejemplares. Luis supo estar hasta el final defendiendo sus vacas, dando todo por la leche fresca de los cacereños, incluso con una edad avanzada trabajando más que muchos jóvenes.

Gracias Luis, has sido la leche, y allí en el cielo te reconocerán lo que los humanos no hemos hecho. Espero que estés teniendo buen viaje. Cáceres y sus gentes no te olvidan.