El universo de Womad se extiende más allá del escenario y el mercadillo del Paseo de Cánovas. Los más pequeños cuentan con talleres en los que empaparse de la filosofía multicultural del festival y los padres más womeros no renuncian a esta actividad, con el "marco incomparable" del museo Pedrilla, como cuentan Marta y Mamen, que acudieron con sus hijas Esther y Carla a pasar una mañana diferente. "Pensábamos que habría menos gente, pero volveremos igualmente otro año porque las niñas lo han pasado genial", cuenta una de ellas mientras otra se afana en terminar la máscara de ave fénix en la que ha trabajado su pequeña parte de la mañana. "¡También tengo una bandera!", grita la niña mientras busca el segundo de sus tesoros de la jornada.

Angel y sus hijos, Angel y Alejandro, llevan sin embargo tres años participando en los talleres. El padre es un womero confeso y ve en los talleres "una forma de que los niños empiecen a entrar en este ambiente". Este año han venido con amigos para disfrutar más de la actividad. "Lo peor ha sido ponerles de acuerdo en el taller que iban a escoger", bromean.

Como ellos, un centenar de niños pasaron ayer por la mañana por los talleres de Womad, que este año están inspirados en leyendas, mitos y criaturas como Anansi , una araña que viene de la mitología de Ghana y que representa a un ser capaz de tomar la forma del animal o de un hombre.

Los talleres estaban dirigidos a niños a partir de cuatro años, pero en el universo Womad todo el mundo encuentra su hueco, por eso Raquel se acercó con su pequeña Jara y se sumó al taller de música. "Siempre he disfrutado de este ambiente y este año también, aunque más tranquilo", dice señalando a su niña.