Martín Mena no para de recibir felicitaciones. Cuenta con asombro el nacimiento de tres terneros en un mismo parto de una vaca limusina cruzada que nació hace 14 años en su finca familiar Las Charcas, situada en la localidad cacereña de Arroyomolinos. El animal, de nombre Lagartija, ya había parido hace tres años mellizos, un macho y una hembra, pero esta vez han sido trillizos, los tres machos. Mena relata que él esperaba que la vaca trajera dos becerros, dado el tamaño del vientre de la res, pero cuál fue su sorpresa cuando al día siguiente por la mañana comprobó que había tres ejemplares y que Lagartija había parido por sí misma, sin ayuda de nadie. ¿Y quién es el padre? Se trata de Solitario, un buen toro, de notable ganadería, pero muy tranquilo, al que bautizaron con ese nombre porque es un animal muy manso.

Lagartija y sus vástagos se encuentran en perfecto estado, aunque la previsión de Martín es criar a uno de ellos con biberón, «porque es complicado -explica- que la vaca pueda alimentar a los tres de forma adecuada. Ahora esperaremos a que los becerros mamen el calostro de la madre y luego iremos con los biberones. Ya lo hemos hecho con otros animales y es curioso lo rápido que se acostumbran, te ven llegar con el biberón y rápidamente se tiran a él».

Aunque Martín Mena es natural de Arroyomolinos, reside en Cáceres. Vive detrás de la gasolinera Mirat y comenzó trabajando en el Banco Central. A los 50 lo prejubilaron y hoy, con 63, ya está jubilado. La ganadería era de su padre y ahora junto a su hermano tienen una comunidad de bienes propiedad de su hija y su sobrina. «Tenemos 60 vacas de cría. Cuando los terneros llegan a los 300 kilos se venden, generalmente a Daniel Sánchez Fernández, de Zarza de Montánchez, que los reparte en cebaderos del norte de España, de Murcia y de Valencia».

En Las Charcas están de enhorabuena porque lo cierto es que la mera probabilidad de que nazcan tres terneros en un parto múltiple es, según los expertos, de dos a siete casos por cada 100.000 alumbramientos. Lagartija es una de esas excepciones y Solitario, dicho sea de paso, acertó de pleno. Ya saben el refrán: ‘Del toro manso me libre Dios que del bravo me libro yo’.