El capitán Figueroa estuvo a poca distancia de un atentado en Beirut cuando viajó hace un mes al Líbano, a la Base España Marjadyoun, para examinar a los aspirantes a cabos primero. "Me sorprendió la capital, tan pujante hace unas décadas y ahora con edificios derruidos, con muchos niños en la calle sin colegio, una anarquía total", relata. El transporte del capitán tardó tres horas en cubrir unos 100 kilómetros hasta la base, desde la que ya se divisan los Altos del Golán, debido a que tuvo que salirse de la carretera media docena de veces y continuar por las franjas laterales "para esquivar los puentes derruidos sobre la calzada".

Sin embargo, su impresión de las instalaciones españolas fue muy grata. "Se trata de una estructura prefabricada, pero dispone de cantina, gimnasio, capilla...", detalla. Aun así, muchos soldados están en posiciones destacadas a 20 o 30 kilómetros donde apenas tienen tiempo libre para estudiar, aunque les coordina su tutoría desde el Cimov cacereño. "Examiné a un total de 18, que se trasladaron hasta la base para el ejercicio, y diez de ellos aprobaron con plaza pese a las circunstancias tan adversas", subraya.

El capitán regresó todavía más convencido de la labor decisiva del Ejército en estos destinos. "Es una zona muy enfrentada, hay grandes diferencias de religión, de política... Al menos al soldado europeo sí le respetan".